El ejercicio electoral de los jóvenes

Jorge Arturo Bravo, columnista
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El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com

Corría la década de los años ochenta, y en el mundo se sucedían hechos que llevó a nueva geopolítica; Colombia, que no era la excepción, estaba azotada y dominada por el narcoterrorismo y el sicariato juvenil; y ante los pésimos resultados de la educación que se impartía en Colombia, “una educación no soñada por los niños y para los jóvenes”; gracias al informe de los Diez Sabios se concluyó que la raíz de este mal, estaba en los bancos escolares y se pensó entonces, en su transformación.

Con ese propósito nació en febrero de 1994, hace 31 años, en el seno del Ministerio de Educación Nacional La Ley 115 o Ley General de Educación, y luego, en agosto del mismo año, el Decreto Raglamentario1860, y en todos los colegios oficiales y privados de Colombia desde el Preescolar, Básica Primaria, Básica Secundaria y hasta la Media, se estableció el Gobierno Escolar, y dentro de él, se creó la figura del Personero de los Estudiantes, el cual debía ser elegido por voto popular de sus compañeros.

Sin embargo, este personaje, elegido hasta hoy, con bombos, platillos y timbales, no estaba, tampoco ahora, preparado para ser personero, los profesores no los forman, no los capacitan, de ahí la necesidad, urgente, de su formación en Derechos Humanos y en Liderazgo, enseñándoles “A mirar” y a “pensar diferente”, a “ser críticos y propositivos”, enseñarles a conocer, de verdad, sus funciones y también sus deberes, para que sepan defenderlos con entereza, sin miedo alguno, para que acaben al menos, con la especulación en los precios las tiendas escolares, “un enemigo de la precaria situación económica del estudiante”

Pero como con los personeros de los estudiantes las cosas del país siguieron igual, fueron los mismos jóvenes de todo el país, con la iniciativa del Viceministerio de la Juventud, organismo creado para velar por ellos, después de largas y continuas discusiones, foros y debates, a nivel local, regional y nacional, durante más de seis meses, “se dio a luz” la Ley 375 o Ley de la Juventud, promulgada en 1997, una Ley “tan manoseada” como nuestra Constitución, Ley con la cual nacieron los Consejos Municipales de Juventud, Consejo Departamental de Juventud y Consejo Nacional de Juventud, que tampoco, como en nuestro medio, han servido para “un carajo”, y por eso, serán objeto de nuestra próxima columna.


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