En una conmovedora ceremonia litúrgica, la Basílica Nuestra Señora del Rosario de Sandoná fue testigo de la Eucaristía de la Última Cena del Señor Jesucristo, organizada por la Congregación del Jueves Santo. La celebración estuvo presidida por el presbítero Hernán Urbano, quien contó con el apoyo destacado del seminarista Miguel Estupiñán.
El inicio de la ceremonia estuvo marcado por una solemne procesión, en la cual los integrantes de la congregación, junto con los apóstoles simbólicos y el sacerdote, se dirigieron desde la Casa Parroquial hasta el templo, en un gesto de profunda devoción y humildad.
Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue cuando el padre Urbano, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, procedió a lavar los pies de los 12 apóstoles, entre los cuales se representaron los roles simbólicos de Pedro y Judas. Este acto simbólico evocó la humildad y el servicio desinteresado que Jesús enseñó a sus seguidores.
Durante la liturgia, los fieles congregados participaron activamente en las lecturas, peticiones y ofrendas, sumergiéndose en la profundidad espiritual de la ocasión. Antes de concluir la misa, se llevó a cabo la conmovedora tradición de repartir pan entre los feligreses, simbolizando la comunión espiritual y la fraternidad entre los creyentes.
Al finalizar el acto religioso, los integrantes de la congregación, los apóstoles y el presbítero participaron en la procesión con el Santísimo Sacramento por el interior del templo, al término de la cual se descubrió el monumento, en cuya parte superior quedó el sagrario en custodia durante toda la noche.
Esta Eucaristía de la Última Cena no solo fue un momento de reflexión y recogimiento, sino también una oportunidad para fortalecer los lazos de unidad y solidaridad dentro de la comunidad parroquial de Sandoná, renovando así el compromiso con los valores cristianos y el servicio al prójimo.