Presenciamos en la semana que acaba la llegada de las tan esperadas vacunas que representan una esperanza ante la incontenible pandemia del covid-19, un evento al que se le quiso dar una trascendencia inmerecida teniendo en cuenta que Colombia fue de los últimos países en concretar las negociaciones para adquirir la vacuna, además que se trataba de una cantidad realmente insignificante si de contener el virus se habla.
A Nariño le correspondió apenas la módica suma de 1.776 y ni hablar de otros departamentos aún más olvidados; es imposible no preguntarse entonces cuántas vidas pudieron salvarse si el gobierno nacional hubiese sido diligente con la adquisición de este elemento, ¿otros países sí y este no?
Teniendo en cuenta esas circunstancia muchos esperábamos que la distribución y aplicación de la misma se diera sin mayor demora, pero lo que sucedió fue que desde el momento mismo de entrada de la vacuna a nuestro territorio empezó un jolgorio digno de las interminables festividades del Imperio Romano, de donde surge la conocida frase “pan y circo”, todos querían tomarse la foto protocolaria y aparecer como los héroes de la jornada sin haber hecho nada para merecerlo, mal este que se ha instaurado en la consciencia del servidor público y que se caracteriza por la preponderancia que se le da a aparentar.
No importa la esencia sino la apariencia y lo que muestra, esto se concreta además en esas prácticas inanes de nombrar obras hechas con dineros públicos con nombres de familiares o incluso propios o de dejar impreso en una placa los nombres de los intervinientes como si fuera deber del ciudadano agradecer por la correcta inversión de los recursos; bien lo expresaba en ese sentido un político conservador de muy vieja data: “el verdadero mérito es silencioso y discreto y no necesita, ¡No, jamás! de la alabanza propia”.
Confiamos en que esto no se degrade hasta el punto, de como parece estarse dando, de llegar a tener políticos “influencers”, que lejos están de prestar un correcto servicio a la comunidad, pues centran su preocupación en la imagen que en las redes sociales se tiene de ellos como si fueran una especie de celebridad pública, sin querer decir con esto que no resultan necesarias estas plataformas como medios de información y divulgación.
Es menester centrarse en las funciones constitucionalmente adquiridas y dar prioridad a la oportuna ejecución de los recursos, actividades administrativas o demás actos destinados a garantizar el goce efectivo de los derechos de los ciudadanos, con mayor razón tratándose de la crisis que vivimos actualmente; el resto, el espectáculo, puede esperar, el show no debe continuar.
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