Desde Nod

Por Alejandro García Gómez.

pakahuay@gmail.com

Dr Juan Diego Mejía

Director Fiesta del libro de Medellín.

Respetuoso saludo.

En 2012: hice una propuesta, al director y
organizadores de esta Fiesta, que buscaba el fomento de la lectura. Ninguna
respuesta. 2013: Usted comenzaba como su nuevo director, cuando lo del
“desinvitado” Gardeazábal (Semana.com, 28.VIII.13). La repetí, nada. 2014:
buscando un tiempo prudente, la reiteré a primeros días de abril; tampoco. 2015
“reincidí” a fines de agosto; nada. Como soy redomadamente terco (cuando estoy seguro de que una idea puede
beneficiar a una parte de la humanidad, en este caso la que me rodea) vuelvo a
proponérsela, con el deseo de que al menos la lea y, aunque me dé un NO
rotundo, que sea con argumentos. Respetuosamente, ¿pido demasiado, dr?

Es un círculo vicioso la queja sobre la baja
venta de los libros y la escasa lectura; la que se hace por placer y nada que
ver con estudios u obligaciones académicas. Los libros son caros en Colombia y
quizá es otra de las razones por las cuales la gente no lee. Pero también a los
libros se les colocan altos costos porque van a permanecer por años en los
anaqueles de las editoriales y librerías –con los mismos precios- y los
editores prefieren avaluarlos entre 5 y 10 veces su costo de producción (del
que sólo entre un 8 al 10% es para el autor). No sabemos cómo mide la Cámara
Colombiana del Libro sus índices de lectura. ¿Qué importancia le dan al
préstamo interpersonal entre bibliófilos, a la compra-venta de libros usados, a
la piratería que mueve el dinero del que viven miles de desempleados y de
quienes se lucran de ellos, etc?

Hay una modalidad que se está usando en
instituciones serias de Medellín: la biblioteca de la Universidad Eafit –todo
el año, pero más durante dos días- o Comfenalco -en fechas fijadas por ellos- o
en estaciones del Metro, como préstamo. Es posible que otras instituciones la
estén haciendo y yo las desconozca. En la Fiesta de 2013 la practicó
discretamente el periódico bogotano El Espectador; no sé si usted llegó a
saberlo.

Para no seguir quejándonos con el mismo
estribillo, lo que vuelvo a proponer, dr Mejía, para esta Fiesta -y para las
otras ferias del libro del país, de las que usted no es responsable, aclaro- es
que desde esta y otras alcaldías -con apoyo del Mincultura- se institucionalice
el intercambio de libros usados entre los lectores. Cada alcaldía tendrá imaginación
para hacerlo. Sólo como sugerencia, propongo que en Medellín se les consulte u
otorgue esta responsabilidad a instituciones como las mencionadas arriba y a
las que demuestren esta experiencia, acreditada-. Complementariamente propongo
también que las bibliotecas públicas del país, por lo menos las principales de
cada ciudad y paulatinamente las de las poblaciones, tengan este servicio,
reglado, con una previa y adecuada inducción a sus funcionarios. No creo que el
alcalde Federico se oponga, dr Mejía, y, si no, lo convencemos.

Es posible que, en principio, esta propuesta
parezca ingenua o poco grata, no sólo a quienes devengan su sustento de la
circulación de los libros, incluida su compra-venta, sino a otras personas. Mi
proposición va más allá de un simple canje de libros usados; busca ampliar
ilimitadamente el radio de los bibliófilos. Sembrar semillas para formar y
acrecentar lectores. Aunque no es un panorama mercantilista lo que propongo, en
una visión a largo plazo nuestro país ganaría culturalmente y, por supuesto,
las editoriales y quienes viven de los libros también, porque acrecentarían
ventas y quizá, rebajarían los costos de los libros.

Nota al Metro.- Su estación de préstamo de
libros (San Antonio), ¿no podría convertirse también en otro centro de canje de
libros usados para bibliófilos todo el año? 09.VI.16

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