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Remembranzas consaqueñas
El testamento del pueblo
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

Acudiendo al baúl de los recuerdos, me topé con la costumbre que existía en Consacá de leer cada 31 de diciembre el testamento del pueblo en la plaza principal. Acuden a mi memoria pasajes de testamentos que aplicaban para la época cuando fueron leídos o en la actualidad.

Encontré un documento sin firma, un papel desgastado del que si aparece persona dueña de su autoría, será un placer corregir luego esta inequidad. Presentado por un actor improvisado, con voz quejumbrosa, acompañado de un séquito imperial que hacía eco a sus lamentos de moribundo despidiéndose de este mundo terrenal, iniciaba lentamente la lectura del descomedido documento heredando a sus hijos representados en la sociedad en general.

“Hijos míos

pocas horas de vida me quedan ya

pues el año va a terminar

hasta hace poco tenía fuerzas

pero el implacable paso del tiempo

está acabando con mí humanidad

Deseo en estos momentos

que todos mis hijos

algo se puedan llevar

y así de esta manera

no me puedan olvidar

Al acercarse mi fin

es momento de valorar

aquello que estuvo bien

y aquello que estuvo mal

y aunque es mejor recordar lo bueno

las cosas malas no debemos desechar

Empiezo entonces

mis bienes a entregar

A mi hijo el entendido

que en política le dio por actuar

al que me lo nombraron

como alcalde municipal

le dejo mi humilde consejo

de a la gente no tratar mal

que el poder dura muy poco

y mañana tempranito

me lo pueden remplazar

Los acompañantes lanzaban lamentos queriendo detener el tiempo, pero recalcando lo dicho y acentuando la herencia que acababa de entregar.

Continuaba la voz quejumbrosa con mención de herencias imposibles que lograban honrar a quien no las merecía y desechaba sutilmente a quien se sabía la ambición era su altar.

Se mencionaba al cura, al personero, al registrador municipal y a cuanto empleado algo se le podía recordar de sus andanzas durante el año que iba a terminar; continuaba con personas conocidas y mencionando situaciones del entorno nacional. Hablaba con donaire de la ironía y la seriedad, la traición y la lealtad, la malicia y la bondad, el desamparo y la caridad, la avaricia y la generosidad, la tiranía y la libertad y de todo aquello cuanto la imaginación puede retratar.

Terminada la lectura, un desfile se formaba en las calles de gentes pensativas que regresaban a sus viviendas con la esperanza que el año siguiente algo habrán de heredar, mientras otros respiraban profundo y satisfechos porque durante la lectura no se les mencionó nada, y así  no se les causó ninguna incomodidad. 

Consacá, 31 de diciembre de 2021

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