La gota fría

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Por Ramiro García
Ramigar71@gmail.com
Este artículo no guarda relación alguna con la
famosa composición del juglar vallenato Emiliano Zuleta, que luego internacionalizara nuestro revaluado, carismático y risueño cantor
samario, Carlos Vives. Escribo sobre la molesta dolencia, clínicamente denominada
“gota” o Hiperuricemia (HU)
; es decir, la presencia de un nivel de ácido úrico
en suero o plasma, superior a 7 mg/dl.

Es un relato de mi experiencia, que puede
ser  de utilidad para algún lector.
Quienes eventualmente padecemos episodios de
esta patología podemos afirmar que sudamos la verdadera gota fría……..cuando se
ingiere alcohol o comidas copiosas, ricas en purinas, y  aquella situación, de manera general,
desencadena en crisis de dolor agudo. En rigor, es el  consumo de aquello que
agrada a cualquier parroquiano: bebidas alcohólicas, quesos, granos y carnes
(rojas, en especial).
Desde mi época de futbolista de competencia
empecé a sentir dolores articulares asimétricos, pequeñas manifestaciones
sintomáticas de ardor e inflamación, las mismas que intenté atenuarlas
visitando al omnipresente “sobador”
, sin aparente éxito, pero con un oculto y
progresivo daño en otras articulaciones que poca relación guardan con el estrés
producido por el ejercicio físico intenso.
Ya bajo observación médica ortodoxa, y previos
exámenes detallados, con desconsuelo pude cerciorarme que padecía  de esa alteración metabólica que asevera como
el ex presidente Samper: aquí estoy y aquí me quedo. Aparece, entonces, Troya,
así el inicio de mi calvario con la
visita a médicos y especialistas en reumatología
para escuchar de ellos toda suerte de inconsistencias y  manifiestas contradicciones respecto al  diagnóstico, manejo y control de la
enfermedad.
Resulté víctima de la tristemente famosa ley
100
, mediante la cual el médico está supeditado a prescindir de medicamentos
considerados “onerosos” para la EPS que los contrata, y en  cuanto les sea posible, abstenerse de la
remisión del paciente a especialistas confiables, por aquello de la fatídica
orden de contención de gastos.
Al no contar con éxito en los diferentes
tratamientos homeopáticos y alelopáticos, y ya visiblemente desconsolado, tomé
la decisión de visitar a un afamado sacerdote y curandero de oficio, quien al
observar detenidamente mi orina pontificó que mi mal era…… hepático
. Con la
consabida prescripción de un sinnúmero de brebajes producidos en su maloliente
laboratorio, jamás visitado por la autoridad sanitaria, INVIMA.  Obvio, no probé una sola “gota” de sus pócimas.
Regresé a mi tortuoso camino en el consumo de
fármacos tales como Alopurinol, Colchicina, Indometacina y otros;  hasta 
infusiones de cola de caballo, diente de león, ortiga, etc., y en
episodios extremos de dolor, la automedicación del más perverso de los
medicamentos, el diclofenaco sódico
. El alivia todo por excelencia, según las
tacañas e inhumanas EPS.
Al cabo de los años, y gracias a Dios, tuve la
suerte de contar con un médico reumatólogo que ha logrado conjurar mi dolencia
.
Mediante la combinación de una dieta algo rigurosa, disciplina en el consumo de
bebidas y el uso moderado de medicamentos, la perniciosa gota ha detenido
su  implacable avance. Ya  los fríos momentos  hacen parte del pasado. No así mi inquietante
anhelo por un cabernet sauvignon, un generoso vodka o un humeante y grueso
asado de tira.
Desde luego, he notificado a mis amigos sobre
estas limitaciones, salvo en ineludibles
eventos.
Para colmo de males, el consuelo que he
recibido es que los elevados niveles de
uricemia son parte de la mal llamada enfermedad de la realeza
, que ya fue
descrita por Galeno, 150 años D.C., como “producto del libertinaje, excesos
alcohólicos y factores familiares” y, posteriormente, en las novelas y
pinturas del siglo XVIII, se retrataba al gotoso de forma magistral como un
rico y aristócrata  hacendado, de tez
sonrosada, obeso y  bebedor.  O más recientemente, como Don Pancho, aquel
voluminoso señor  de las caricaturas
dominicales.
Con respecto a lo de la realeza, nada que se
parezca a mis orígenes, pues en mi modesta y plebeya familia jamás ha existido
ni siquiera algo que se asemeje a un devaluado y miserable conde……….
Tunía, Cauca, abril de 2014.

Este es un espacio de opinión destinado a
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pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
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