Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
La música, una de las llamadas bellas artes, se define como el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conforme a estándares culturales de ritmo, armonía y melodía, cuyo origen se encuentra cubierto de misterio, aunque se estima comenzó en la prehistoria de la humanidad.
La danza y el canto parecen haber estado asociados al modo en que el ser humano comprende el mundo, formando parte de sus manifestaciones religiosas o chamánicas, como rituales de sanación, cantos de batalla o de cacería, o bailes para atraer la lluvia, expresándose en ritos chamánicos o de innegable religiosidad.
Se caracteriza por el empleo de los sonidos con el objetivo de producir una secuencia estéticamente apreciable y significativa, sonido que se propaga por el aire de acuerdo al modo en que se suele ejecutar; se compone de cuatro parámetros fundamentales, como altura, duración, timbre e intensidad; con elementos como melodía, ritmo y armonía y con unos tipos de música académica, popular, ceremonial, publicitaria y comercial.
Se le canta entonces a la vida, al paisaje, a la belleza, al amor, al descontento y todo aquello que florece en nuestra mente con sensibilidad.
Pero llega a mi mente el recuerdo de cantores, perdidos en el olvido guiado por los interesados en que no se conozca la verdad real, de aquellos que con su voz firme predicaban el descontento de la gente por las cosas padecidas, que no temían al exilio ordenado por gobernantes de turno ni a las balas asesinas que los querían acallar, que pregonaban la igualdad entre la plebe y los pudientes y que extendían su voz por las estepas buscando y pregonando igualdad y libertad. Han pasado al estante de los recuerdos, exiliados a un olvido maquinado por aquellos que no les interesa que los de abajo conozcamos la verdadera realidad.
Aunque quedan por ahí quienes, con un ritmo extravagante, venden en las calles historias de miseria, olvido, infortunio y soledad, recibiendo unas monedas de quienes se solidarizan con su padecer y la crueldad de su funesta realidad.
Consacá, 09 de febrero de 2024
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