El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
Ufanado por la satisfacción personal que experimenté, cumplí el pasado 16 de febrero, mis primeros cuarenta años como columnista de DIARIO DEL SUR, a donde llegué hace 40 años, en la vieja casona del barrio Javeriano, gracias a la gentileza del industrial y propietario de este medio Don Hernando Suárez Burgos; a él mi sincera gratitud.
Han sido 40 años en los cuales, con una pluma totalmente independiente, fina, elegante, sutil a veces indómita, crítica y fustigante muchas otras, estoy convencido de que he contribuido, muchos no estarán de acuerdo, al crecimiento no solo del periodismo regional sino también al progreso material, intelectual y cultural de esta nuestra querida comarca nariñense.
Cuántas anécdotas y satisfacciones han ocurrido a lo largo de estas cuatro décadas, que no todos, quienes ejercen el periodismo o se hacen llamar periodistas, las pueden cumplir; recuerdos gratos como llevar primero la columna escrita en papel periódico, escrita en mi vieja máquina de escribir Olivetti siguiendo las orientaciones y recomendaciones de nuestro Director de turno y recuerdo entonces a Orlando LeónGómez, Miguel Ángel Bedoya Enríquez, Ramiro Egas Villota, Álvaro Zarama Medina, León Pío Acosta, Jaime Enríquez Sansón, entre otros; más tarde llevar la columna escrita en Diskete, ya había llegado la era del computador y después, como ahora, utilizando la vía correo electrónico.
“El Despertador del Sur”, debidamente registrada ante el Ministerio del Interior y la Dirección Nacional del Derecho de Autor, nació, como su nombre lo indica, para despertar las conciencias adormitadas, aletargadas y conformistas de muchos pastusos, que miran indiferentes las situaciones anómalas que suceden en la región, especialmente dentro las instituciones gubernamentales.
Así, pues, continuaremos desde estas páginas y siguiendo los principios del buen periodismo, educando y enseñando porque, como maestro que fui durante más de 43 años, desde la prensa escrita o hablada, también se puede educar, enseñar y formar, pero eso sí, enseñando a pensar diferente, a mirar y a observar más allá de los nariñenses y ante todo, despertando y guiando el liderazgo e inculcando los valores, los valores perdidos en muchos nariñenses.