
El pasado viernes 9 de mayo de 2025, en Tibú, Norte de Santander, se llevó a cabo el evento “Juntos por la transformación del Catatumbo”. En medio de la reunión, sorpresivamente, el presidente Gustavo Petro tomó el micrófono y le dio una fuerte reprimenda a su alfil político, el director del DPS, Gustavo Bolívar, quien incluso le ha declarado públicamente su amor en pleno Consejo de Ministros.
Bolívar intervino en el evento, y Petro calificó su participación como un problema de respeto. Vale la pena aclarar que Bolívar había presentado su renuncia al cargo el pasado 29 de abril, solicitando que se hiciera efectiva a partir del 16 de mayo. Según lo establecido por el Decreto Ley 2400 de 1968 y el Decreto 1083 de 2015, la renuncia debe formalizarse mediante un documento escrito y debe ser aceptada por la autoridad competente mediante un acto administrativo que determine la fecha efectiva del retiro. Esto garantiza seguridad jurídica. Es decir, legalmente, Bolívar seguía cumpliendo funciones al momento de su intervención.
Desde el Pacto Histórico, lo ocurrido fue interpretado como una salida personal inapropiada por parte del presidente hacia Bolívar. Sin embargo, el análisis va más allá. En una reunión previa entre ambos —según declaraciones del propio Bolívar—, el presidente le había pedido que lo pensara mejor y que sería preferible que permaneciera en el gobierno. A pesar de ello, Bolívar, guiado por las encuestas recientes, decidió apartarse del Ejecutivo e iniciar su carrera hacia la Presidencia.
Petro también le manifestó que lo que se necesitaba era un candidato convocante, y en eso tiene razón. Para los “petristas de pura sangre”, que no aceptan alianzas ni la participación de personas externas a su círculo cercano, esto representa un golpe duro. El presidente es plenamente consciente de que con su base petrista no alcanza nuevamente la Presidencia. Sabe que necesita al centro, a parte de la derecha, y que el próximo candidato no será propiamente petrista.
Así las cosas, es difícil creer que Bolívar sea su elegido. El candidato del petrismo será, más bien, alguien que logre convocar “un poquito de aquí y otro de allá” para armar el sancocho nacional. Y eso también lo sabe la oposición.
Petro tiene toda la razón al dudar de que Bolívar sea capaz de unir las fuerzas necesarias para que la izquierda retorne al poder. Sin embargo, con la personalidad del presidente —y ojo con esto—, el mayor obstáculo no será el candidato del petrismo, sino el propio Petro, que cada vez que toma su celular entra en conflicto con aquellos a quienes necesita como aliados.
Con todo este novelón de Gustavo Bolívar, no se me ocurre mejor título para esta historia que: “Porque te quiero… te aporreo”.