Fiestas de mi pueblo
José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
Acostumbrado a la fiesta, asistió la gente de mi pueblo a las programadas en fecha reciente de las llamadas de verano, separadas de las de origen religioso por cuestiones que no entendí en su momento y en su totalidad.
A borbotones brotaba el tumulto ante la llamativa programación, después de un letargo de los encargados de organizar la festividad, quienes vinieron en las postrimerías de su reinado a tratar de subsanar, algo que aparentemente les quedó dificultoso o no quisieron preparar.
Dicen los entendidos que en la retina queda lo último que se suele observar, y pareciera que en esta oportunidad, los precarios engalanados de llevar las riendas de la localidad, el último año de su menestoroso actuar quisieron dejar un vestigio de la otrora gran festividad, ignorando que el pueblo no ha olvidado la desidia que expresaron durante su permanencia en las sillas del poder local.
Tradicionalmente, se celebraban el 15 de agosto de cada anualidad, tradición centenaria cuyos orígenes se remontan a fechas lejanas en la localidad, olvidando tal vez que pasaron generación tras generación, convirtiéndose, sin duda a lo largo de la historia, en un elemento fundamental de nuestra identidad.
El verano llega y el ambiente festivo se desplaza por los rincones de la regionalidad, se traduce en multitud de gente que celebran fiestas patronales en las zonas circundantes y en sectores rurales de la localidad.
En este momento del llamado de la globalización, donde los medios de comunicación han acaparado la atención de la gente y la han llevado inerme a conocer culturas lejanas y ajenas de nuestra idiosincrasia, es imprescindible tratar de conservar nuestro verdadero origen, nuestra historia y mantenernos inmutables ante los cambios lógicos de la humanidad, conservando la esencia de fiestas y actividades culturales como argumentos para preservar la identidad local.
Consacá, 28 de julio de 2023
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