Por Alejandro García Gómez
Ante el hecho bárbaro ocurrido este miércoles 1° de febrero,
en Tumaco, atribuido por las autoridades a una alianza entre las Farc y los
Rastrojos, con un saldo provisional de 17 muertos entre policías y civiles, 90
heridos y más de 200 familias damnificadas e informado ampliamente por la
prensa, deseo presentar algunas consideraciones.
en Tumaco, atribuido por las autoridades a una alianza entre las Farc y los
Rastrojos, con un saldo provisional de 17 muertos entre policías y civiles, 90
heridos y más de 200 familias damnificadas e informado ampliamente por la
prensa, deseo presentar algunas consideraciones.
En junio de 1997, 160 guerrilleros de las FARC se tomaron a
Barbacoas –costa nariñense-, asesinaron a 6 policías y secuestraron al resto de
los 13 que la custodiaban. El 11 de noviembre de 2011, el Consejo de Estado
condenó a la nación al pago de 500 millones de pesos para la viuda, los cuatro
hijos, la madre y los dos hermanos de un policía que murió allí. Ya había
ocurrido otra toma similar ahí mismo en abril de 1996. Además ordenó al Estado
que “por los canales adecuados, solicite una opinión consultiva a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos acerca de la violación a los derechos humanos que se haya
producido en el caso en concreto por parte del grupo armado insurgente FARC, y
que una vez rendida sea puesta en conocimiento de la opinión pública por los
medios de comunicación”, según la providencia. El gobierno colombiano no ha
informado en qué va este mandato del alto tribunal.
Barbacoas –costa nariñense-, asesinaron a 6 policías y secuestraron al resto de
los 13 que la custodiaban. El 11 de noviembre de 2011, el Consejo de Estado
condenó a la nación al pago de 500 millones de pesos para la viuda, los cuatro
hijos, la madre y los dos hermanos de un policía que murió allí. Ya había
ocurrido otra toma similar ahí mismo en abril de 1996. Además ordenó al Estado
que “por los canales adecuados, solicite una opinión consultiva a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos acerca de la violación a los derechos humanos que se haya
producido en el caso en concreto por parte del grupo armado insurgente FARC, y
que una vez rendida sea puesta en conocimiento de la opinión pública por los
medios de comunicación”, según la providencia. El gobierno colombiano no ha
informado en qué va este mandato del alto tribunal.
En 1998,
a una semana después de su elección como nuevo
presidente, Andrés Pastrana viaja a Estados Unidos a proponer algo semejante a
un Plan Marshal para Colombia ante Bill Clinton, cuyo aparente objetivo era la
prevención de los cultivos que generaban las drogas. Los gringos estudiaron la
propuesta. Ya el 8 de diciembre de 1991 la URSS había dejado de existir y el Muro de Berlín
había caído en la noche del jueves 9 al 10 de noviembre de 1989. Caída la URSS y acabada la excusa del
miedo comunista, y como además las Farc habían buscado el narcotráfico como
otra forma de financiar su lucha, la propuesta del electo presidente colombiano
era el pretexto perfecto para que los Estados Unidos hicieran una indolora
penetración a Latinoamérica desde su mejor esquina, Colombia, con la excusa de
luchar contra el narcoterrorismo. El ratón pidiéndole queso al gato. Esta
invasión “a las buenas” era el ideal complemento al Consenso de Washington que
pretendía solucionar los problemas manifiestos en los documentos Santafé I Y
Santafé II. El 25 de febrero de 1999, Germán Briceño, á. Grannobles, hermano
del Mono Jojoy y comandante de las FARC, asesinó con su grupo a tres
indigenistas norteamericanos que asesoraban a la comunidad Uwua. Entre el 13 y
14 de diciembre de 1999, Philip Chicola, representante del Dpto. de Estado (EE
UU) para asuntos andinos, se reunió secretamente en Costa Rica con alias Raúl
Reyes, entonces canciller de las FARC. Se trataba de incorporar a esta
guerrilla y al ELN a un proceso de paz. El 11 de enero de 2000, el presidente
Clinton dio a conocer oficialmente la ayuda para el Plan Colombia aprobado
luego el 13 de julio del mismo año.
a una semana después de su elección como nuevo
presidente, Andrés Pastrana viaja a Estados Unidos a proponer algo semejante a
un Plan Marshal para Colombia ante Bill Clinton, cuyo aparente objetivo era la
prevención de los cultivos que generaban las drogas. Los gringos estudiaron la
propuesta. Ya el 8 de diciembre de 1991 la URSS había dejado de existir y el Muro de Berlín
había caído en la noche del jueves 9 al 10 de noviembre de 1989. Caída la URSS y acabada la excusa del
miedo comunista, y como además las Farc habían buscado el narcotráfico como
otra forma de financiar su lucha, la propuesta del electo presidente colombiano
era el pretexto perfecto para que los Estados Unidos hicieran una indolora
penetración a Latinoamérica desde su mejor esquina, Colombia, con la excusa de
luchar contra el narcoterrorismo. El ratón pidiéndole queso al gato. Esta
invasión “a las buenas” era el ideal complemento al Consenso de Washington que
pretendía solucionar los problemas manifiestos en los documentos Santafé I Y
Santafé II. El 25 de febrero de 1999, Germán Briceño, á. Grannobles, hermano
del Mono Jojoy y comandante de las FARC, asesinó con su grupo a tres
indigenistas norteamericanos que asesoraban a la comunidad Uwua. Entre el 13 y
14 de diciembre de 1999, Philip Chicola, representante del Dpto. de Estado (EE
UU) para asuntos andinos, se reunió secretamente en Costa Rica con alias Raúl
Reyes, entonces canciller de las FARC. Se trataba de incorporar a esta
guerrilla y al ELN a un proceso de paz. El 11 de enero de 2000, el presidente
Clinton dio a conocer oficialmente la ayuda para el Plan Colombia aprobado
luego el 13 de julio del mismo año.
En la próxima entrega se hará un recuento de los signos de
la degradación desde el año 2000 –alertada oportunamente en El Mundo, de
Medellín, y Diario del Sur, de Pasto, en esta columna- que ahora continúa no se
sabe hasta cuándo, porque a todas luces, el proceso ha empeorado y seguirá
peor, desgraciadamente. 03.II.12
la degradación desde el año 2000 –alertada oportunamente en El Mundo, de
Medellín, y Diario del Sur, de Pasto, en esta columna- que ahora continúa no se
sabe hasta cuándo, porque a todas luces, el proceso ha empeorado y seguirá
peor, desgraciadamente. 03.II.12