Manzanas Verdes
Espacio por la convivencia y la cultura ciudadana
Por: LuccA
lucioalberto-melo@outlook.com
Abordar el turismo a estas alturas de la vida, conociendo las graves problemáticas que de él se desprenden y afectan tanto a habitantes como a visitantes, nos lleva a enfilar esfuerzos para evitar o no caer en los mismos errores que están atravesando gran parte de destinos que vieron en el turismo una salida, que desbordó su poderoso impacto saliéndose de las manos, convirtiéndose en una verdadera problemática que irónicamente deja al turismo mal parado.
Sin el ánimo de culpar o señalar porque no previeron lo que se les venía encima, lo cierto es que hoy muchos pueblos y territorios, padecen consecuencias gravísimas que para colmo de males son motivo y referentes para que ojalá no se repitan en más lugares, o al menos, casos como esos sirvan para frenar un poco esa devastadora desgracia que hoy en día tienen que afrontar muchos habitantes golpeados por los efectos nocivos que deja el turismo.
No es para menos, las protestas de habitantes de esos lugares que hoy en día sufren y enfrentan estas situaciones debido a la excesiva presencia de turistas, exigiendo a las autoridades locales que atiendan sus reclamos y problemáticas, o los mensajes directos y escritos que lanzan a los turistas a quienes piden devolverse a sus lugares de donde vinieron, condenando las malas prácticas que acarrea la actividad como muestra de su indignación frente a su caótica situación que a diario viven, puede ser la mínima acción que cualquiera en su lugar haría.
La gente no protesta en vano, dice el dicho: quien lo vive es quien lo goza, que para el caso sería: quien lo vive es quien lo padece, de ahí que las protestas de los moradores sean más que justificadas y mínimas al lado de su diario vivir que deben afrontar.
Las protestas son directas contra los turistas, se dirigen y apuntan a ellos, los señalan de ser los culpables de la invasión que viven a diario en sus propios territorios, no lejano de la realidad, los turistas son apenas una parte de la responsabilidad que conlleva el turismo. La otra parte conformada por el gobierno a la cabeza y la cadena que impulsa el turismo: operadores, agencias, gremio hotelero y gastronómico y la misma comunidad, juntos integran los actores con quien se debe trabajar y plantear alternativas de solución.
En ese sentido, la complejidad se acentúa y, por tanto, es necesario reflexionar y visionar partiendo de ese hecho real y lamentable que pone al turismo y sus prácticas en el ojo del huracán.
El turismo en realidad no debe asumirse como un problema, somos conocedores que es un medio y una gran oportunidad de desarrollo, lastimosamente la condición masificadora desencadena toda la problemática que conocemos, por eso se hace necesario trazar políticas públicas para prevenir a futuro estas situaciones que acarrean graves consecuencias, creo que esa debe ser la primera medida para empezar a controlar el desbordamiento masivo de un turismo sin control. Las políticas públicas deben empezar a impartir condicionamientos y restricciones para que lugares y patrimonios no se vean afectados y deteriorados. Si bien es cierto son los turistas quienes dinamizan la economía, ellos son directamente los encargados, por no decir “culpables” de muchos males que dejan a su paso, no es mentira, para muestra un botón, la cantidad de basura que dejan en los espacios donde llegan es preocupante, el ruido, las celebraciones, el tránsito, el deterioro medioambiental, el plástico y demás acciones que conlleva a los lugareños tener que compartir su propio espacio con “los invasores”, son una muestra del inconformismo que tiene muchas connotaciones, que van desde la alteración en las costumbres y cultura hasta la transformación de un territorio en un lugar imposible de ser habitado por sus propios lugareños.
Los altos costos de vida, la vivienda, el trabajo y las actividades cotidianas de los habitantes a las que se dedican se ven afectados, se convierten en problemáticas sociales que requieren de políticas públicas para paliar o disminuir su impacto.
Un impuesto que debe cargarse a los turistas con el fin de darle sostenibilidad a las necesidades que tienen los espacios donde el turismo interviene, es una alternativa casi que necesaria, pues ella ayudaría sin lugar a dudas a adelantar programas de limpieza, mantenimiento y manejo adecuado de la cantidad excesiva de basura que dejan los visitantes. Esto ayudaría también a generar fuentes de trabajo y bueno debe ir acompañado de una alta dosis de cultura ciudadana, donde las comunidades se apropien y exijan de manera pedagógica el buen uso de los espacios, se genere una interacción amigable y consciente turista-habitante y el impacto que deja el turismo.
Otra necesidad es la de reafirmar en las comunidades donde llegan turistas, los valores patrimoniales como la gastronomía.
La DW muestra en uno de sus contenidos audiovisuales, como las comunidades en un pueblo italiano reclaman con fervoroso orgullo y arengas a los turistas, tener que trasladar sus costumbres culinarias y adaptarlas al gusto de ellos, creando con estos sentimientos encontrados de identidad y universalidad concepto contrario al significado que representa la gastronomía en la cultura de los pueblos, que luchan por rescatar y mantener sus valores patrimoniales.
“Si no comen nuestra polenta, porque no se quedan en sus casas” les gritan, que llevado al contexto patrimonial obedece a muchas acciones que el turismo transforma y altera, pues de por medio están unas tradiciones ancestrales propias de los territorios, la desaparición o adaptación de esos saberes y no ser consecuentes con lo que en realidad debe ser la misión del turismo, como la de consumir lo local y vivir nuevas o desconocidas experiencias alrededor de la gastronomía local, de ahí que una manera de reafirmar y mantener ese legado es capacitar y socializar nuevamente estas temáticas con los involucrados en la cadena de valor del turismo, logrando fortalecer la identidad y el patrimonio inmaterial de los territorios receptores
Finalmente, lo que se quiere es en realidad que las políticas públicas y la actividad turística con sus actores incluidos velen por el interés que deben tener los turistas por los territorios donde lleguen, creo que esa debe ser la mejor manera de protestar y defender conceptos como el sentido de pertenencia de los lugareños, la identidad y los valores patrimoniales inmateriales que tienen para ofrecer y no lo contrario: encarecimiento del costo de vida de sus propios ciudadanos, viviendas en manos de forasteros con todo lo que conlleva su nuevo asentamiento en esos nuevos y ajenos lugres, todo a costa de la oportunidad desmedida que se quiere obtener del turismo, trayendo como consecuencia el desarraigo, traslado o aculturación que sufre una localidad, pueblo o espacio donde el turismo llega y arrasa, simplemente por la mera y desmedida ambición monetaria.
No queremos estandarización en los destinos turísticos y menos globalización, de hecho, la autenticidad de cada lugar radica en lo autóctono, de ahí parte el valor diferenciador de un destino.
Fecha: diciembre 5 de 2024