8 de abril de 2023

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Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

Conocemos ampliamente los pormenores de la llamada batalla de Bomboná, aunque hemos olvidado inconscientemente las jornadas que antecedieron a ese épico 7 de abril de 1822, precisamente encajado en las celebraciones de Semana Santa de ese año, en los lugares donde recordamos estos días con ferviente fe y majestuosa religiosidad.

Bolívar con sus ejércitos arribó el Viernes Santo de 1822 a Veracruz, el Sábado Santo en la tarde estuvo en Consacá y el domingo 7 de abril en horas de la mañana se desplazó a Bomboná, desplazamientos que se realizaron no de manera libre y esparcida, sino siempre acosado por guerrillas pastuso-realistas que por retaguardia parecían impulsar el recorrido de unos ejércitos que se encauzaban a una debacle total.

¿Pero qué hacía Bolívar en estos contornos, buscando un incógnito ideal, lejos de disfrutar las mieles del poder, con las dificultades de la época atravesando caminos y caminos para personalmente enfrentar una batalla que se dice casi siempre le significaban un fracaso real?

Sin contradecir a sus detractores ni tampoco unirme a quienes lo tratan con sublimidad, hay que resaltar que poco tiempo después de esta gesta, enfundado con la aureola de presidente, fue objeto de atentados y perseguido supuestamente por quienes fueron sus propios compañeros de aventura, traicionado por quienes se decían sus amigos y conducido por los senderos funestos del destino hacia una muerte temprana, lastimera y alejado del poder que para los republicanos ayudó a conquistar.

Coloquialmente, conmemoramos este acontecimiento, siempre de acuerdo al ánimo que conlleve a quien le corresponde organizar este hito de la historia nacional.

El sábado 8 de abril pasado, con el respeto lógico del Viernes Santo, se conoció del desarrollo de actos de conmemoración en la ciudadela Bomboná. Un desfile lánguido, exceptuando la pomposidad de las llamadas bandas de paz, con intervenciones improvisadas, ya no en la piedra de Bolívar como sitio acostumbrado para los hechos, sumado a la presencia de representantes, a quienes les brindo mi respeto y agradecimiento, de personalidades que por sus quehaceres y compromisos en asuntos importantes no pudieron asistir y desplazarse hasta la localidad, pero reflejando, para mi precario entender, que al ánimo de los encargados de recordar la batalla, no estaba encaminado hacia una conmemoración digna, sino simplemente para cumplir con la “actividad”.

Consacá, 14 de abril de 2023

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