El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
Hace 30 años, ante la crisis sociopolítica y económica que se vivía en el mundo entero, hizo que diera la famosa Perestroika y con ella, la extinción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS.; la caída del Muro de Berlín, la unificación Alemana y la revolución de Terciopelo en Yugoslavia, un nuevo mapa geopolítico se daba en la Europa oriental especialmente.
Pero mientras eso sucedía en el Viejo Mundo, en Colombia también soplaban vientos huracanados, producto de una larga década aterrada por el narcotráfico y el terrorismo; candidatos presidenciales asesinados en atentados terroristas; una juventud sumida en la drogadicción, en el sicariato como principal fuente de trabajo; una juventud sin futuro y un Gobierno incapaz de buscar y encontrar las soluciones a esta problemática tan difícil que cada día aumentaba.
Ante esta difícil situación, en todos los estamentos de la sociedad colombiana, especialmente en los estamentos intelectuales, académicos, estudiantiles; también en el pueblo en general se decía: “esto no lo arregla nadie, la única solución es acabar con el Congreso, con la Cámara y con el Senado”, y mire, se clausuró el Congreso, y en su remplazo se conformó la Asamblea Nacional Constituyente, integrada por los representantes de todos los estamentos de la sociedad.
Y fue precisamente un movimiento estudiantil y juvenil, universitario en su mayoría que, en cabeza de Fernando Carrillo, se expuso la Séptima Papeleta con la cual se pedía una Nueva Constitución Política, y fue precisamente la Asamblea Nacional Constituyente la encargada de redactarla, misma que fue promulgada el día 4 de julio de 1991, es decir hace 30 años, pero las cosas seguían igual; vino entonces la Ley General de Educación, y finalmente la Ley de la Juventud; las tres reformadas y manoseadas al antojo y acomodo de los de arriba y en detrimento de los de abajo.
Hoy 30 años después, la historia parece repetirse, no tiene las proporciones de los años 80, cierto, pero vivimos un crisis difícil en todos los aspecto; la corrupción impera en todos los estamentos, una Colombia donde los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres; una juventud sin esperanza, sin fuentes de trabajo, sin cupos universitarios, con el país más violador de los Derechos Humanos, “donde pasa todo y no pasa nada”, y entonces volvemos a pedir lo mismo de hace 30 años, que se acabe el Congreso, que venga una nueva Constitución, es decir, la historia se repite.
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