A los nariñenses: ¿por qué nos ven así?

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Pablo Emilio Obando
peobando@gmal.com
Tremenda polvareda la
que se levantó entre nuestra gente a raíz de la publicación de un artículo
-¿periodístico?-, en una revista de tercera y firmado por una seudoperiodista
en el cual denosta de nuestras tradiciones, costumbres y singularidades. Lo que llama la atención de este escrito es
que denota total desinformación y escaso o nulo rigor investigativo o
periodístico
. Habla por ejemplo, de ají de queso o de llamas o alpacas que en
realidad no existen por estos lares si no un poco más al sur; pero lo que
realmente duele es la crasa ignorancia de la seudoperiodista cuando se refiere
a Aurelio Arturo tratándolo como un poeta de tercera cuando en realidad es el máximo exponente de la poesía pues no en
vano la UNESCO lo declaró el poeta del siglo
.

Bueno, escritores de esa laya
abundan en un país como el nuestro donde cualquiera puede agarrar una pluma,
barullar unas cuantas idioteces y luego justificarlas expresando en las redes
sociales que le ordenaron escribir un artículo así y ya
, basta, como si nada.
Pero, más allá de la
queja, la diatriba o la indignación, lo que realmente me parece importante y
digno de un análisis es la razón o las razones por las cuales los colombianos
nos miran y nos tratan de esa forma tan despectiva a nosotros los nariñenses
. La verdad es que todo indica que esa estúpida
e insulsa manera de vernos como los tontos del paseo tiene su origen en la
época de la independencia cuando –equivocados o no- nos opusimos a las
intenciones de Bolívar o Nariño de armar una revolución. Desde entonces el
trato despectivo y ordinario se ha ensañado contra nuestra gente a través de
chistes, ridiculizaciones y exageraciones en nuestra forma tan única y peculiar
de hablar que es como un cantadito que sale del alma.
Por supuesto que nada
de lo que afirman es cierto, pues no somos tontos ni nos afanamos por serlo,
todo lo contrario somos un pueblo aguerrido y progresista que a pesar de las
malas querencias hemos podido salir adelante mostrándonos como personas con amplios méritos académicos e intelectuales
que brillamos con luz propia en los diferentes campos del saber como la
literatura, la medicina, la astronomía, la física o la química. Ejemplos
abundan y ya se ha demostrado hasta la saciedad que somos un pueblo de
inventiva y pletóricos de creatividad
.
Pero, entonces, ¿por
qué nos miran tan mal el resto de colombianos y cada vez que hay que buscar un
bobo miran siempre hacía el departamento de Nariño…?  La respuesta parece ser simple: porque no
protestamos o lo hacemos tímidamente desgarrándonos las vestiduras entre
nosotros
. Cada vez que nos tratan de esa forma injuriosa elevamos nuestras
voces hasta que la inercia de los acontecimientos llega a su punto final y la
calma vuelve.  Recordemos como en 1968 otra
columnista ofendió a los nariñenses y en masa salimos a quemar las
instalaciones de ese periódico o la forma burda y cruel como un humorista se
burlaba de nosotros pretendiendo con ello ganar celebridad.
Otro aspecto es que
somos nosotros quienes fomentamos esa imagen del bobo del paseo pues
organizamos eventos del chiste pastuso en los cuales disfrazados como bobos y
hablando como tontos arrancamos unas cuantas risas y amasamos unos cuantos
billetes fomentando esa imagen del nariñense tonto, estúpido y lento para entender. No es cierto
que nosotros hagamos nuestros propios chistes, esa es una forma insulsa de
interpretar y parapetar la realidad. Los chistes nos vienen de fuera y aquí
simplemente los repetimos como una reacción psicológica que nos permite
afrontar –equivocadamente- el desprecio y malquerencia de nuestros
compatriotas. Nos acostumbramos y acostumbraron a que seamos simplemente chiste
o risas, la primera referencia que un colombiano o un extranjero tiene de un
nariñense es el chiste y eso ya hizo tal carrera que difícilmente podemos
cortar de tajo, pero si podemos iniciar una campaña que nos permita exigir
respeto y dignidad por nuestra gente
.
Y si bien es cierto
que somos un pueblo noble y aguerrido, también es cierto que tenemos defectos
que opacan esas virtudes: somos envidiosos y rencorosos al extremo de
ignorarnos y acomplejarnos nosotros mismo. Difícilmente un paisano reconoce el
brillo del otro, resaltamos los defectos y ocultamos lo bueno que hay entre
nuestra gente
. Eso, por supuesto, es consecuencia de tanto insulto y desconocimiento
de nuestros compatriotas, pero también es cierto que si no superamos este
defecto, difícilmente ocuparemos el papel que nos corresponde en la Colombia de
hoy.  Bien se dice que “perro no come
perro pero pastuso si come pastuso” indicando con ello esa forma absurda y
torpe de tratarnos y vernos entre nosotros.
De otra parte y como
corolario de lo anterior, difícilmente nos asociamos para sacar adelante un
proyecto. Somos una especie de caníbales que nos comemos unos a otros por el
simple prurito de sabernos mejor que los otros, no se trata en consecuencia de
brillar más que los otros sino de enlodar o ensombrecer a los demás para
sobresalir. En cierta forma somos el
resultado de la humillación, el desprecio y la ofensa, pues poco a poco nos hemos
vuelto seres solitarios y resentidos
. Y
creemos que llegó el momento histórico de superar estas trabas reconociéndonos
entre nosotros y valorándonos en nuestro real valor. No debemos esperar que nos miren de otra
manera si somos incapaces en nuestra propia tierra de dignificarnos y darnos el
trato que en verdad merecemos.
También es cierto que
nuestros gobernantes han sido tímidos cuando de protestar se trata y han
permitido que durante décadas nos brinden en los grandes medios de comunicación
un trato despectivo y humillante
. Si la risa contra el pastuso y el nariñense
es la cotidianidad cómo podemos esperar que nos miren de otra manera… hace poco
aquí le otorgaban una medalla a un comediante que no ha hecho más que ofender a
Nariño con sus chistes agresivos y burdos, así no nos ganamos el respeto y, por
el contrario, si fomentamos y permitimos que se rían de nuestra gente.
También es cierto que
en muchas ocasiones confundimos terquedad con carácter y nos vamos
estúpidamente en contravía del desarrollo nacional. Nos desgastamos en peleas
estúpidas e inútiles que a la larga lo único que logran es hacernos daño; y nos
duele tanto reconocer el acierto del otro que preferimos ignorarlo si con ello
opacamos sus triunfos. Una cultura así no necesita que se hable mal de ella
pues basta con el daño que nos producimos entre nosotros
.
Necesitamos los
nariñenses superar muchas trabas psicológicas producto de los errores o
equivocaciones o malinterpretaciones históricas, de lo contrario, de aquí a dos
semanas o dos años o  tres lustros
continuaremos horrorizándonos de la pluma de esos malos periodistas que
escriben lo primero que se les viene a su mediocre formación. Y eso se logra
con educación, con cultura, valorándonos realmente, dándonos a nosotros mismo
el puesto que merecemos
y destacando nuestros valores regionales en los
diferentes campos que deben luchar con sus uñas para vencer la indiferencia
general de sus propios hermanos.
Y, por último, no le
arrojemos la culpa a esta seudoperiodista, los culpables somos nosotros y nadie
más, por omisión y silencios: por no ser capaces de reconocer el valor del otro
y por reírnos insulsamente cada vez que un tonto con ruana y sombrero imita y
exagera los modos y las costumbres de nuestra gente.  Si solo somos chiste, si únicamente
producimos risa, agradezcamos entonces que periodistas y columnistas, así sean
mediocres y malformados intelectualmente, se acuerden de nosotros pues esa ha
sido la única manera de sacar a flote los nombres de tantos valores nariñenses
que se consumen en el olvido y la indiferencia de su propia gente. Solo así se
escucha a Aurelio Arturo en el contexto regional o nos acordamos que entre
nosotros existen valiosos hombre dedicados a las artes, la pintura, la música,  la literatura y  la ciencia
.

Y ya no hablemos ni gastemos más materia gris contra esa periodista
mediocre. Escribamos de los nuestros, destaquemos sus trabajos y hagamos que se
sientan valiosos e importantes. Nuestros
intelectuales se están muriendo de hambre en medio de nuestra indiferencia y
ese si es un mal chiste…  O cambiamos
nuestras perspectivas o sigamos siendo los Leperos o los Gallegos de
América
. Ese lastre únicamente nos lo
podremos quitar cuando entendamos que la pelea no es entre nosotros y, por el
contrario, únicamente en la unidad de 
criterios y visiones podemos construir futuro y región.

Columna escrita en la Revista Soho por Margarita Posada

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