Al maestro Libardo

Spread the love

Mi ventana
Por Ramiro García
ramigar71@hotmail.com

“En la vida ni se gana ni se pierde,
ni se fracasa,
ni se triunfa.

En la vida se aprende,
se crece,
se descubre,
se borra.

Y se reescribe otra vez.

El día que comprendamos
que lo único que nos llevaremos es lo que vivimos,
empezaremos a vivir lo que nos queremos llevar”.

El anterior fragmento del poema mexicano purépecha, de autor anónimo, pareciera ser un compendio de lo que fue la vida del sui generis maestro Libardo Guzmán, quien hoy transita a otra dimensión, pero deja un simbólico tatuaje en la memoria colectiva de nuestro pequeño paraíso.

Aprendió a interpretar música con diferentes instrumentos: trombón, bandola, acordeón y guitarra; pero en la búsqueda de su impronta, incluso para emanciparse de la sombra proporcionada por su hermano Luis Alberto, “Lucho, el famoso”, decidió incursionar en los vericuetos festivos y humorísticos del género llamado “guasca”, aquella narrativa de historias musicales sobre el quehacer rural colombiano. Del canto al despecho con sorna campesina. Y fue en ese segmento artístico donde formó el apreciable capital de su condición humana. Como lo conocimos varias generaciones. Hoy, lamentablemente, despedimos sus mudos e inexpresivos restos.


Con su gracejo, su anecdotario y su inconfundible carranga, el maestro Libardo se “enguasca” al inventario del patrimonio musical guaicoso.

Por fortuna, fue objeto de varios reconocimientos en vida.

Mis condolencias a sus familiares y amigos.

Febrero de 2024.

Este es un espacio de opinión destinado a columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a este fin por la página Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición de este medio digital.

Author: Admin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *