Christopher Hitchens escribió un interesante relato de su viaje por el sur de
Estados Unidos (My Red-State Odyssey), en el que registró sus apreciaciones
sobre las persistentes memorias de los sureños de su derrota en la Guerra
Civil.
el pasado y una desconfianza visceral frente al gobierno de Washington aparecen
y reaparecen en forma reiterada a lo largo de su historia.
que suceden en el sur de Colombia. Cuando se podría pensar que, después de
tantos años de historia común, las viejas heridas han cicatrizado y se ha
completado la integración de Pasto con el resto de Colombia, de pronto, sin
mayor aviso, reaparecen sentimientos y señales de un pasado que no deja de
estar vigente. El hecho más reciente, al respecto, son algunas discusiones
sobre la remoción de la estatua de Bolívar de un parque de la ciudad.
estatua y, menos, un parque en honor a Simón Bolívar en la capital nariñense
(el lector medianamente ilustrado sabe que Pasto tuvo una sangrienta relación
con el llamado ejército libertador en la primeras décadas del siglo XIX). Y no
deja de ser curioso que en la plaza principal se hubiera colocado la estatua de
Antonio Nariño, personaje derrotado en una campaña encaminada precisamente a
subyugar a Pasto (y cuando la región del sur se escindió del estado del Cauca,
por alguna razón, el nuevo departamento se llamó Nariño, un hecho más extraño
que denominar Sucre o Córdoba a dos departamentos de la Costa Caribe, cuando
estos militares poco o nada tuvieron que ver con la vida de sus gentes).
la ciudad impulsaron la construcción de un nuevo parque con una estatua de
Bolívar. Eso sí, el parque se situó en los extramuros, en los antiguos ejidos
de la ciudad, entonces una zona semiurbana (para el efecto consiguieron una
réplica de la famosa estatua de Tenerani). La vida del parque ha sido más que
infortunada. Muy pronto se invadieron sus terrenos con un hospital, vías y
varias instalaciones deportivas, de tal forma que la estatua quedó
semiescondida en medio de estas obras. Y hace poco, a raíz de una remodelación,
la estatua se retiró y, al parecer, reposa en un galpón vecino. Algunas
personas, malquerientes de Bolívar, han solicitado que la estatua siga
guardada. Otras, tal vez la mayoría, son indiferentes.
eliminación de las partidas presupuestales asignadas para la construcción de
las vías 4G que integrarían a Pasto con el resto del país. A pesar de las
recientes y cuantiosas inversiones nacionales en Nariño y las hasta ahora
buenas relaciones de la ciudad con el gobierno, la frustración causada por el
recorte abre inevitablemente viejas heridas y trae de vuelta los recuerdos de
una larga historia en contravía.
Así como en el sur de Estados Unidos, donde la
historia tampoco se olvida, se iza la bandera confederada y se destacan las
estatuas de Lee y Davis, no sería sorprendente que, en medio de los amargos
tires y aflojes presupuestales, se agudicen la discusiones sobre el futuro de
la estatua de Bolívar, e incluso, se reabra, como ocurre de cuando en cuando,
la propuesta de reemplazar la estatua de Antonio Nariño por la de Agustín
Agualongo.
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