Columna Desde Nod por Alejandro García Gómez

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“El país que se hizo a tiros”
pakahuay@gmail.com
“El acto se celebró a veinte kilómetros de
Macondo, a la sombra de una Ceiba gigantesca en torno a la cual había de
fundarse más tarde el pueblo de Neerlandia”. Con estas palabras el mítico
coronel Aureliano Buendía refería el fin de la última de las treinta y dos
guerras civiles que perdió, en la máquina de escribir de Gabo. En la realidad,
fue en la hacienda de Neerlandia donde el general Rafael Uribe Uribe firmó la
paz con el gobierno de Marroquín el 24 de octubre de 1902
y el 21 de noviembre
del mismo año la firmaría el general Benajamín Herrera en el buque
norteamericano Almirante Wisconsin. Finalizaba así la Guerra de los Mil Días,
la última del siglo XIX. 

Un sector de pensadores latinoamericanos está
reescribiendo su historia, y Colombia no se escapa a su proyecto. Estos
librepensadores, descendientes intelectuales de aquellos de la Ilustración que
soliviantaron a Europa para refundarla y reescribirla, tiran al piso aquel
adagio según el cual “la Historia la escriben los vencedores”
. Si se trata de la
Historiografía inmediata estamos de acuerdo, pero cuando el oro también se
convierte en polvo el único poder que se impone es el del pensamiento libre. La
verdad libre, la más verdadera, quizá la única. Por eso mismo estoy seguro de
que alguien escribirá más adelante todos los intríngulis de la dolorosa
historia actual de nuestro país, que ya la han comenzado algunos valientes y
los mitos caerán, como Pedro Páramo. Es la esperanza.
Gonzalo España (Bucaramanga, 1945), es otro de
quienes empiezan a rebrujar nuestra “Historia patria”. El, un narrador, también
ha incursionado en textos de historia colombiana. Ahora nos acaba de presentar
su nueva obra El país que se hizo a tiros
(Ed. R. House Mondadori. Debate.
Bogotá, febrero de 2013). Pretende en ella hacernos un resumen de nuestro
fragoroso y enloquecido siglo XIX, para lo cual toma las nueve guerras civiles
más representativas
, las únicas que podrían llamarse “guerras civiles”, todo
según él, aunque de entrada admite que la clasificación como tales en los conflictos
armados de cualquier país, no siempre hay acuerdo.
España comienza analizando la llamada “Patria
Boba”, de la que hace nuevos aportes que permiten mirar con otros ojos esta
guerra
, demencial como todas, al igual que la que sufrimos hoy. Cada aristocracia
de cada sitio quiso ser estado independiente para disfrutar el poder, la
“independencia” del gobierno de los funcionarios del lejano rey
. Y en cada
provincia cada ciudad o villa, lo mismo. Poblaciones vecinas mirándose feo cada
día, mostrándose uñas y dientes cada día, combatiéndose y matándose.
La última que trata es la Guerra de los Mil
Días. En cada una hace un análisis social, político y económico, con una forma
de narrar amena para el lector. El escritor las une todas bajo unas premisas:
¿Qué clase de motor impulsaba aquella violenta dinámica? … buena parte de
aquellas guerras se libró en torno al proceso de desmonte de las instituciones
heredadas de la Colonia, la erradicación de los censos sobre la tierra, la
esclavitud, el tutelaje de la Iglesia sobre el Estado y la educación. A medida
que el país encontraba nuevas vías de actividad económica y se creaban nuevos
centros de desarrollo, el mundo naciente chocaba a cada paso con el antiguo”. O
en palabras de Miguel Samper: “cada revolución o guerra civil no es más que un
nuevo combate armado contra la Colonia que resiste y quiere vivir como la
hiedra en sus escombros”
.
Este es otro texto que se suma para entender
cómo y por qué nuestro siglo XIX se tragó al XX transformando los conflictos
que venían desde allá. Pienso que todavía no ha arrancado nuestro siglo XXI.
Los intríngulis del Proceso de Paz –la acción y reacción que ha despertado y el
conflicto que generará- podrían ser el verdadero despegue histórico, social,
político y económico de nuestro nuevo siglo
. Eso no querría decir que el
conflicto se habría acabado. ¿Cómo se transformará? ¿Aprendimos la
lección?  5.IV.13
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