Mi ventana
Por Ramiro García
ramigar71@hotmail.com

Se menciona el progresivo y casi seguro escalamiento de nivel del joven artista payanés con ascendencia sandoneña, Roberto Melo Medina, en el concurso musical YO ME LLAMO, promovido por una cadena televisiva nacional.

Mi cada vez más distante época de adolescente me transporta a eventos con carácter de concurso que se realizaron en mi pueblo natal, sin la suntuosidad y avanzada tecnología del mencionado certamen televisivo.

Pues bien, con la agradecida colaboración de unas amigas contemporáneas, escribo la presente crónica:

Una noche sabatina de febrero del 71, y en el marco de la final del evento anual denominado FESTIVAL DEL ARTE -organizado por el cura Roberto Mosquera, mi exprofesor de Religión-, cuyo propósito consistía en impulsar la vocación de jóvenes artistas en declamación, danza, fonomímica y canto, el histórico Teatro Candilejas se vistió de gala y con lleno total; probablemente bajo la logística y diseño de escenario por parte de un entusiasta grupo de damas de la época, quienes lideraban la celebración de actos culturales y recreativos.

En la disciplina de música, en particular el canto, las finalistas fueron dos jóvenes estudiantes hermosas e inteligentes; con excelente voz, interpretación y expresión artística. Obviamente, fuera del escenario eran objeto de inquieto asombro entre muchos contemporáneos. Me incluyo en ese grupo.

Una de ellas, Johnny Melo Maya, realizó su presentación interpretando una canción de la italiana Gigliola Cinquetti, “No tengo edad”; mientras que Amparo Sánchez Caicedo lo hizo con el tema del francés Adamo, “La noche”; dos inolvidables temas que aún hoy reproducen los medios difusores de música.

A la bella Johnny la acompañó la orquesta de Lucho Guzmán, del barrio Meléndez; mientras que a la hermosa Amparo lo hizo la orquesta del barrio Obrero, denominada Ritmo Tropical, regentada por sus tíos.

Hubo aplausos a rabiar, pues la magnífica intervención de ambas concursantes contó con el apoyo, en los improvisados, palco y platea, de numerosos asistentes de los barrios mencionados. Por supuesto, en el resto del público proveniente de otros sectores hubo parciales preferencias. Nadie asistió en condición neutral.

En honor a la verdad, aquellas dos jóvenes artistas realizaron una excelente presentación, cada cual con su estilo y feeling. Cualquiera pudo ser la ganadora, así interpreto que fue la percepción entre ellas. Como en toda competencia, hubo una ganadora, fue Johnny. Hoy, su sobrino Roberto sigue esa impronta musical. Es el artista concursante de YO ME LLAMO. Un comparativo con guardadas proporciones, pues él compite a nivel nacional.

Cincuenta y dos años después de esa histórica velada del Candilejas, tanto la ingeniera Johnny Melo como la docente Amparo Sánchez, son dos simpáticas, reposadas y amables abuelas, quienes al leer esta crónica recordarán con renovado entusiasmo aquella consagrada noche musical. Eso creo.

Como paisanos contemporáneos debemos evocarlas con agradecimiento por la ilusión, expectativa y alegría que nos procuraron durante esa estupenda velada nocturna.

Con respetuoso colofón, debo expresar que las administraciones de turno podrían replicar esos espacios culturales. Es una gestión estimulante para tanto artista anónimo con gran potencial. No todo es cemento y arena.

Septiembre 2 de 2023.

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