El jabón negro

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Rincón literario
Por Irma Zambrano
irmazambrano1947@gmail.com

Después de la terminación de la guerra de los mil días a inicios del siglo XX, la gente ancuyana, tuvo que ingeniarse buscando alternativas de subsistencia, para ello necesitaban crear nuevos recursos para poder continuar con el desarrollo de sus actividades.

Unas de las necesidades más apremiantes en la comunidad ancuyana era la carencia de jabón para el lavado de la ropa, para ello utilizaron semillas maduras de un árbol llamado “chambimbo” como también hojas de cujaco, cordoncillo y yuco.

Ante la escasez de un producto para el lavado de ropa e higiene personal, tienen la idea de crear un jabón artesanal al que lo llamaban jabón negro. Para elaborar este producto utilizaron la ceniza, papaya y gordos de res. Sobre tres piedras grandes llamadas tulpas y sobre ella sentaban una olla grande de barro y con agujero en la base y de bajo de esta se colocaba una batea pequeña que serviría para recibir la lejía.

Llenaban la olla de ceniza, esta producto debía ser sacada de una leña apropiada, la apretaban bien dejando un espacio para verterle agua, proceso llamado “Alambique o lejiadero” al verter de agua constantemente se obtenía una sustancia pura llamada lejía.

A esta sustancia obtenida de la ceniza se la colocaba en un recipiente de cobre y se le agregaba una cierta cantidad de gordos de res y trozos pequeños de papaya tierna, los que eran puestos a cocción hasta que se disuelvan completamente.

Cuando estaba completamente diluido se sacaba la mitad del contenido llamado “jaboncillo” y la otra mitad que sobraba en el recipiente de cobre se le agregaba papaya tierna cortada en trocitos y se seguía cocinando hasta que quede una masa homogénea, al verificar que ya estaba en el punto requerido se mesclaba con la mitad que anteriormente se había retirado; esta nueva mezcla era colocada a fuego medio meneando constantemente.

Para verificar si ya estaba lista la sustancia para la elaboración del jabón, se colocaba un poco de la mezcla cocida sobre una tabla, si esta no se pegaba, indicaba que ya está lista para retirar del fuego.

Esta sustancia se vertía en una piedra plana o bandeja de madera, se tomada las porciones necesarias y con la mano se iba formando el jabón en forma ovalada.

Cuando ya estaba frio era empacado en látigo (corteza seca de plátano) para ser distribuidos en el comercio local; cada jabón tenía un valor de 20 centavos. Este producto se comercializó en las tiendas de propiedad de Rafael Mora, Gonzalo Messa, Rosa Egas, María Andrade, Luz María Ortiz, Rosario Egas, Eudocia Ortega, entre otros.

Este producto además de ser utilizado para la higiene personal también se lo utilizó para combatir la caspa, sanar heridas y hongos de la piel; en los trapiches se lo utilizó como lubricante de las masas.

Las personas que se dedicaron a la fabricación del jabón negro podemos mencionar a: Alegría Terán, Carlina Romo, Angelita Ortiz, Rosa Caicedo Grijalba, Otilia Ortega, María Muñoz y María Zambrano.

Este producto también fue comercializado en grandes cantidades con los pueblos vecinos y los del sur de Nariño.

Fuente de información: Ana María del Socorro Zambrano.

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