Golpe bajo

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Endulzando las palabras

Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
La traición es una palabra que
encajona en la sabiduría popular mejor conocida como ‘golpe bajo’, ese que el
inerme pueblo recibe cada que al gobierno nacional se le antoja cuadrar caja
para balancear el saqueo del erario público. El régimen colombiano es de los
pocos en el mundo que persiste en una dinámica exclusiva de cierto círculo
social
. Es una novedad cuando un plebeyo ocupa una alta dignidad, y si lo hace,
por lo general no dura mucho, gracias a la presión de los de su misma clase.

Los golpes bajos son exclusivos de
la muchedumbre, así lo interpreta la alta institucionalidad, esa que
políticamente está condenada al maltrato y abandono estatal. Lo irónico es que
la gente del común es quien privilegia a la aseda clase política
para que
acampe en la cúspide del poder gubernamental, que con el paso del tiempo se
vuelve propietaria de lo público. Siguiendo la línea histórica de los gobiernos
republicanos, es a partir de la década de los 80 cuando más se arrecia una
perversa inclinación de atacar todo lo que sepa a público.
Es así como en el mandato de César
Gaviria Trujillo, se formaliza la famosa apertura económica, abriéndole paso a
la imposición de un inclemente neoliberalismo
que absorbe lentamente los bienes
estatales, neutralizando la esperanza de los oprimidos que cada vez son más
afectados. La privatización de ciento de empresas públicas dejó en la calle a
miles de colombianos que sacrificaron su vida entregándola al interés patrio.
En gobiernos de corte conservador la
tendencia siempre es la postulación de políticas que vayan en concordancia con
las necesidades de los grandes mercantiles, dizque por ser generadores de
‘empleos formales’, e irónicamente en contravía de las mayorías que ilusamente
piensan que una élite maligna les ayudará desinteresadamente
. Los golpes bajos
se volvieron cíclicos, más cuando por una diabólica compostura a un ejecutivo
le dio por crear irregularmente la reelección presidencial. A partir de ese
instante la crisis social del país se disparó aceleradamente.
La degradación de la política
conlleva a consecuencias letales para un establecimiento cuyo propósito es
mantener a toda costa un sistema enquistado bajo un paquidérmico poder
oligárquico
. Como muy bien lo explica un líder estudiantil quien dice que la
protesta universitaria no es contra Iván Duque, sino que hubiera sido contra
cualquier presidente, a razón de que el sistema colapsó por lo que las
exigencias eran inminentes de lo contrario las universidades publicas
desaparecerían.
Golpe bajo es un asunto de nunca acabar
que hoy se conoce como ley de financiamiento
, donde después de tanto debate
maquillado, finalmente se llega a la misma conclusión, y es que los grandes
conglomerados nunca pierden;  en esta
oportunidad ganaran más de 12 de billones de pesos con la venia vendita del
ejecutivo. Claro está que son los grandes adinerados quienes financian sus
candidatos que luego se convierten en fichas indiscutibles cuando de defender
la chequera se trata.
Mientras la gente en este fin de año
se entretiene endeudándose para darle gusto a una vanidad implementada por los
ricos
, los ´padres’ de la patria a pupitrazo limpio aprueban leyes que en
seguida serán el azote de los que estúpidamente defendieron postulados dizque
para no volverse como Venezuela. Los mismos desubicados ya están aceptando que
el tal ‘castrochavismo’ simplemente fue una ilusión óptica de un mago que se
divierte permanentemente gracias a la ingenuidad enfermiza de millones de
compatriotas.
La huelga estudiantil, el paro de
camioneros y el de indígenas, sumado otras manifestaciones que se avecinan
entrando el año, son la esencia de un descontento progresivo de los
desprotegidos
. Sin embargo, la seguidilla de golpes bajos no ha sido capaz de
hacer entender al constituyente primario que este régimen está mandado a
recoger. Lamentablemente son los mismos afectados que insisten en defender un
sistema putrefacto que les ha carcomido la esperanza de desarrollo y progreso.
Los golpes bajos con consentimiento
de los agredidos siempre serán más ofensivos, indignantes y devastadores,
haciendo de los oprimidos una presa fácil para los depredadores, cultores de
una mafia política, madre de todos los males en la tierra del ‘Corazón de
Jesús’.
La desgracia del 70% de la sociedad
colombiana tiene su asidero en las instituciones públicas por estar corroídas
hasta el extremo de que las acciones honestas son rechazadas por los mismos
desfavorecidos
, protegiendo generalmente a los malhechores.
Domingo, 16 de diciembre de 2018

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