
El despertador del sur
Por: Jorge Arturo
despertadordelsur@hotmail.com
Es cierto, no es lo que digas, sino cómo lo digas, de hecho, una palabra mal dicha, o mal escrita, y lo peor, mal leída, puede ocasionar hasta una guerra mundial, el pánico social, una tragedia familiar, etc. Pues bien, esto fue lo que sucedió con el autor de esta columna.
Hace unos días escribí la columna titulada “Se fue una grande de la educación nariñense”, columna que obviamente lleva mi nombre y mi fotografía, como lo hacemos quienes, como columnistas, escribimos en el Informativo del Guaico y en Diario del Sur.
Un colega periodista subió esta columna a las redes sociales, el titular fue mal leído, cambiaron la palabra “una” por la palabra “un” y de inmediato, la noticia se difundió por todas partes, afirmando que “falleció Jorge Arturo Bravo”. Fui sorprendido cuando un amigo llamó a mi celular, tan pronto le contesté, me dijo: “profe que alegría saber que está vivo”, “casi lloro de la alegría”; cómo así le dije, -salió en la noticia, con su nombre y su foto- me explicó- entonces le di la aclaración correcta.
Otro periodista -me cuentan- alcanzó a sacar una tarjeta de pésame, con la cinta negra; “mala noticia” que se regó en todos los amigos, unos quizá se alegrarían, a otros les causaría mucho pesar; en Bogotá llamaron a Luis Antonio Passos”, mi amigo y discípulo para darle la noticia, pero él -me comentó- ya había leído la columna, y les hizo las aclaraciones pertinentes y como esas, muchas llamadas se hicieron, incluso llamaron a mis propios familiares.
Comentario que me hacen los amigos que me encuentro en la calle incluso, personas que conozco y que ya me están incomodando sobremanera, y todo, por una “mala interpretación” de la columna a la que me he referido. Mi llamado respetuoso es que “por favor leamos bien”, “interpretemos bien” y no nos precipitemos en difundir la noticia sin antes no comprobar su veracidad, y a todos mis amigos le digo que: “gracia a Dios estoy vivo”.