Hacia el bicentenario de la Batalla de Bomboná 39

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Remembranzas consaqueñas
Final de fútbol
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

El fango cubría completamente la cancha de fútbol, no obstante, los jugadores en competencia luchaban incansablemente para lograr su cometido. La final del campeonato municipal, que antaño coincidía con el inicio de festividades patronales en el mes de agosto de cada anualidad, se había trastocado y se celebraba la tarde de un sábado de marzo invernal.

Era una final atípica, un equipo conformado por personas de corta edad y quienes supuestamente fueran descartados por equipos de renombre vecinal, había logrado superar a clubes que siempre estaban encumbrados en los primeros lugares y se enfrentaba a un club de trayectoria local. Simplemente la experiencia contrastaba con el deseo de figurar.

La contienda tuvo matices de espectacularidad, igualados a un tanto y cuando el árbitro emitió el pitazo final, un suspiro de todas partes pareció esparcirse por el campo de juego que empezaba a vislumbrar el crepúsculo somnoliento en el estadio de la localidad.

Los encargados de cobrar los tiros desde el punto penalti no fallaban, hasta cuando uno de los experimentados lanzó un tiro que alcanzó a atrapar el portero del equipo contrario, asaltado por sus compañeros en plena portería donde iniciaban su camino a una efímera gloria coloquial.      

Pasadas las seis de la tarde, las calles circunvecinas al estadio estaban abarrotadas de gente y el ruido de los vencedores contrastaba con el silencio de los vencidos de manera total.

El fútbol se juega, siguiendo ciertas reglas, con una esférica entre 68 y 70 centímetros en su entorno circunvalar y entre 410 y 450 gramos en su peso global, donde dos equipos de once jugadores cada uno, compiten por encajarla en la portería rival.

Según los entendidos este deporte de origen Inglés, llegó a Colombia en 1892, aunque Neftalí Benavides Rivera, quien fuera alcalde de Consacá, sostiene que la cuna del fútbol en Colombia fue Pasto, cuando una tarde de noviembre de 1909 en la plaza de San Andrés se jugó una partida impulsada por el londinense Leslie O. Spain, quien se encontraba de paso por la ciudad.

Un partido de fútbol genera sentimientos de injusticia, euforia, alegría, sufrimiento, odio, angustia, admiración, rabia, desesperación, nerviosismo o felicidad; sentimientos que se reflejan cuando se es hincha de uno de los equipos en contienda, cuando se pasa del ellos al nosotros, tomando como propia una causa deportiva a veces coyuntural, que ayuda a las personas a soñar con algo y, de paso, a escapar momentáneamente de la inefable realidad.

Consacá, 25 de marzo de 2022

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