Por: Héctor Ovidio Chaves Martínez
Recuerdo los tiempos en que sólo había educación primaria en los municipios.
A nosotros – los de la segunda promoción – nos tocó estudiar, y a la vez, ayudar a construir nuestro propio colegio.
Era difícil para entonces obtener la “Aprobación de Estudios del Colegio”. Había que superarla para “el ciclo básico” (1° a 4°) y luego, para el bachillerato completo.
Fuimos persistentes: Alumnos, Padres de Familia, Profesores y Comunidad.
Con la llegada a la Rectoría del Licenciado en Matemáticas Rolando Cabrera Meza: Triunfamos. Y se obtuvo la aprobación del Bachillerato Académico.
Fue una juventud llena de optimismo, trabajo físico (nos tocaba ayudar a sacar tierra para construir la piscina, o la cancha), trabajo académico y cultural.
Eran las 2 p.m. de aquel: Viernes glorioso del 26 de Junio de 1.970. Allí estábamos: Los alumnos y las alumnas de la segunda promoción de bachilleres del glorioso Colegio Santo Tomás de Aquino de Sandoná.
Nuestros Padres, llenos de júbilo, orgullosos de sus hijos, desde la semana anterior “echaron la casa por la ventana”: vestidos nuevos para toda la familia, pero, muy especialmente: “para el desfile al son de la MARCHA AIDA”.
Luego, el jolgorio, en todas las casas, hasta 8 días de rumba.
El Rector, el Director de Grupo: Raúl Fajardo Trejos, el secretario del Colegio: Chucho Maya, y nuestros Profesores: el Chivo Molina, Castillo, el Padre Mosquera, Bastidas, Hidalgo, Lucero, Guzmán, Stadlin, Calderón, Md Villacís, Lagos, Mg. Monzayo y Juán Molina.
Pasado el guayabo: a seguir estudiando. Varios a la Udenar, otro a Rumanía, otros a Bogotá como yo, que me gané el primer cupo sandoneño en la Universidad Nacional de Colombia. Hoy, con lágrimas de satisfacción y orgullo Tomasino: no pudimos reunirnos físicamente (Covid19), pero estamos unidos de corazón. Quienes aún disfrutamos de la vida.
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