La educación, la administración pública y el territorio

Yudy Zambrano Meza, abogada
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Por Yudy Zambrano Meza
Facebook: yudy.z.meza

La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente… Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos…”

La educación, derecho consagrado en el artículo 67 de la Constitución, no se limita al beneficio personal, aunque lo permite al abrir puertas de desarrollo. Como señalaba Paulo Freire, la educación debe ser una herramienta de emancipación social. Así, más allá del individuo, actúa como motor de transformación social y promueve el bienestar común. Se trata de una fuerza democratizadora que abre oportunidades y ayuda a reducir las brechas de desigualdad.

Una sola persona con competencias básicas de lectura y escritura puede convertirse en un faro para su comunidad. En contextos donde el acceso a la educación sigue siendo limitado, quienes logran instruirse se convierten en agentes de cambio e inspiración. Como bien dice William Ospina, la educación es una lámpara maravillosa que no solo concede deseos, sino que ilumina nuestras vidas y sociedad. No es solo la transmisión de conocimientos: es esperanza, y a menudo, la respuesta a los desafíos sociales.

Debe responder a su momento histórico y a las necesidades de cada comunidad. Esta capacidad de adaptarse es lo que se entiende por pertinencia educativa. En Colombia, esta pertinencia es esencial debido a la complejidad de nuestra realidad social, económica y política. La educación se ha convertido en un faro que señala caminos hacia un futuro mejor, ofreciendo herramientas para transformar el entorno y devolver la esperanza en el cambio posible.

Particularmente, la educación en Administración Pública tiene un papel significativo en este proceso. Creada para formar líderes comprometidos con el desarrollo del país, debe ser coherente con las características del territorio, con el conocimiento de sus habitantes y con bases conceptuales acordes a la formación profesional. Los estudiantes de esta área requieren no solo una sólida formación teórica, sino también experiencia práctica adquirida en la interacción con las comunidades, las autoridades locales y en escenarios políticos que los preparen para un ejercicio ético y eficaz.

Abril 14 de 2025


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