La imagen de la Virgen de Las Lajas

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Por Enrique Herrera Enríquez

kikeherrera666@gmail.com
De manera indiscutible, el Santuario
de Las Lajas y la imagen de la Virgen del Rosario que allí se venera, es para
gran parte de las gentes del departamento de Nariño y de manera particular para
las de Ipiales, iconos de fe y profunda admiración que identifica su fervor
religioso
que se hace manifiesto en forma especial en el mes de septiembre
cuando se celebran las festividades del sector. Hoy tocaremos este tema en
cuanto a la historia de la imagen de la Virgen del Rosario y la construcción
del Santuario de La Lajas.

-¡El Carchi! ¡Rumichaca! ¡El Cumbal
y el Chiles! ¡Qué maravilla de paisajes! ¡Que profundidad de sus abismos! ¡Qué
majestuosidad de sus montañas! ¡Esto asombroso! ¡Increíble! ¡Todo lo que
estamos observando!- ha dicho de manera categórica el hombre de sayo vestido que
monta un negro caballo y avanza adelante de la pequeña cabalgata. Es un fraile
dominico de regular estatura y contextura. Tiene una luenga barba que contrasta
con la tonsura de su corte de pelo en la cabeza. Es fray Pedro Bedón, gran
predicador y pintor por afición que viene desde Quito, camino del destierro al
tomar partido criticando el impuesto las alcabalas
que implementara a partir
del 15 de agosto de 1592, en esa jurisdicción, el corregidor, Diego López de
Zúñiga.
Bordeando los márgenes del río Carchi
o Guáitara en predios de la Nueva Granada, se ha quedado absorto, anonadado
contemplando los profundos desfiladeros del cañón natural que encierra para si
el gran caudal de aguas del fondo del río llamado también Pastaran por los
lugareños. Una idea comienza a recabar en su cabeza cuando observa una gran
muralla de piedra laja pulimentada a manera de pared, que se levanta y tiene su
corte vertical sobre la profundidad del gran abismo
. Su fe cristiana, amor a
María, la madre de Jesús, no lo hace pensar dos veces y procede a acampar y
preparar pinturas para plasmar sobre la pulida piedra la imagen de la Virgen
María.

Foto: Internet

El territorio donde se encuentra ya
no hace parte de la Provincia de Quito, aquí comienza su destierro y así
parezca irónico obtiene como tal su plena libertad y con esa razón trabajaría
tranquilo en pintar lo que más le gusta: ¡La imagen de María! ¡La madre de
Jesús! ¡En su advocación de la del Rosario!

El trabajo no fue nada fácil al
tener que hacerlo sobre la pulimentada piedra aprovechando el tosco andamio que
construye al balanceo y queda a merced de los vientos del sector y la
profundidad inalcanzable del abismo. Fue una labor cotidiana y permanente que
se había propuesto ejecutar en cuanto tiempo dispusiese sin mediar
consideración alguna. El paraje era solitario, nadie podría interrumpirlo y así
dedicó todo cuanto sabía para dejar plasmado en la pulida piedra laja la imagen
de María, la de la Virgen, la de la madre de Cristo Salvador
.
Terminada la obra, quedó
absolutamente satisfecho. Tenía conocimiento que el sitio donde pintó la imagen
estaba completamente resguardado, protegido de la lluvia, vientos fuertes
y
demás fenómenos naturales que pudiesen deteriorar la pintura. La laja que hiciera
de lienzo se encontraba empotrada hacia adentro, en medio de las salientes
piedras que en conjunto configuraban la gran muralla sobre el profundo abismo.
Cargó luego con sus corotos y continuó rumbo a Santafé de Bogotá seguido por el
pequeño grupo de leales compañeros y quienes tenían a cargo su traslado.
Pasó el tiempo y todo indica que un
alguien desconocido por los anaqueles de la historia y la tradición de las
gentes del lugar, dio aviso a sus demás congéneres, y el sitio de la imagen de
la Virgen María, pintada sobre la piedra laja, se tornó en lugar de
peregrinación de los fieles devotos que de manera inmediata bautizaron,
llamaron a la imagen como la de La Virgen de Las Lajas
.
Años después, un nuevo fraile, esta
vez Fray Juan de Santa Gertrudis, de la Orden de Franciscanos Menores, llega a
Pasto por allá en el año de 1759 y tiene cabal conocimiento de la que para
entonces no existe discusión: ¡Es la Virgen de Las Lajas, al sur de la ciudad y
en inmediaciones de Ipiales sobre la gran garganta del cañón del Guáitara!
. El
hecho bien lo relata en su libro que denomina «Maravillas de la Naturaleza»
cuando en el Tomo III, capítulo 3, dice respecto a «lo que pasó en Taminango
hasta que volvió de la Virgen de Las Lajas», al aceptar la invitación de un señor
de Pasto para que celebre una misa que había prometido a dicha imagen. Decide
entonces consultar con el Comisario de La Cruzada sobre donde quedaba ubicado
el determinado lugar y otros pormenores, a lo cual éste responde: «Está dicho
santuario en despoblado cosa de una legua y media del pueblo de Ipiales, y la
señora que se venera es en traje de CONCEPCIÓN, y ella misma apareció en una
laja, y de ahí tomó la denominación de la Virgen de Las Lajas».

Esta declaración que hace el
Comisario de la Cruzada de nombre Melchor, es interesante tenerse en cuenta por
cuanto como bien lo hemos leído se habla de una «señora que se venera en traje
de CONCEPCIÓN…»
y no de la advocación del Rosario como se conoce en la
actualidad a la de Las Lajas. La anotación se torna más desconcertante cuando
por segunda vez Fray Juan de Santa Gertrudis hablando sobre la aparición del
demonio en cercanías al lugar, escribe al respecto: «de unos años a esta parte
hubo una persona devota que retirándose a esta soledad a ejercitarse por
algunos meses en vida austera y penitente, hubo de reparar que en medio de esta
laja se veía como un bosquejo muy delicado de la figura de la VIRGEN DE LA
CONCEPCIÓN. Ello hubo de comunicar, y desde entonces empezó otra vez a
frecuentarse el lugar, divulgándose por todas aquellas provincias circunvecinos
el prodigio, y desde entonces dejo de aparecer el enemigo…»

Cabe preguntar cómo una persona de
los conocimientos y experiencia de Fray Juan de Santa Gertrudis, avezado en el
saber religioso que le permitía distinguir cual más, qué configuración presenta
una imagen de la Virgen de La Concepción, está debe estar embarazada, el niño
aún se encuentra en su vientre y en tal razón es abultado; en tanto, la de la
Virgen del Rosario, tiene en uno de sus brazos al niño Jesús
, torne a confundir
las dos imágenes por cuanto nada aclara al respecto al estar frente al cuadro
pintado en la pulida Laja, el cual describe así: «Ella (la piedra laja) tendrá
de grueso cosa de un palmo; de ancho tendrá seis varas, y de alto nueve o diez.
A la parte de abajo está esquinada pero arriba está cortada en arco. Ella (la
piedra laja) está perfectamente parada y por detrás nadie sabe cómo está
trabada al piso sobre varias lajas. Con mezcla se le ha formado un altar en que
se le dicen las misas, y de un lado y otro hay varios tiestos clavados a
propósito en que le conservan luz mucho tiempo de esta suerte».

«Meten en un tiesto de aquellos una
torcida y le deslíen dos o tres libras de cebo, y entonces ponle luz, y esto
allí se deja hasta que se acaba por sí. Y como las romerías son continuas de
todo el año, casi siempre tiene la Señora, luz. Allí cada cual que va hace
varios rótulos con tinta o carbón con decorosos mote a la Señora
, y yo también
hice el mío, que dice:

La perla más pulida
que en fina concha cuaja
es la virgen de Las Lajas
en la Laja aparecida.
«Está este santuario en la mitad de
la bajada para el puente Guáitara
, y como los indios del pueblo de Potosí saben
que de continuo van a ver a esta Señora mucha gente, todas las tardes salen por
aquellas lomas a ver si hay gente. Y preguntan si hay misa.»
Hablando del poblado de Potosí, fray
Juan de Santa Gertrudis, afirma: “Fue el caso de que de la otra banda del río
Guáitara hay un pueblecito que llaman El Potosí
. No es el Potosí de la
Provincia de Las Charcas tan nombrado por los muchos minerales de plata que
allí hay, sino un pueblecito corto de indios. En la revolución que hubo en la
Provincia de Los Pastos, se retiró allí esta gente, y quitando un palo que
servía de puente para pasar el río Guáitara, quedó esta gente ignorada por
muchísimos años. Ellos eran gentiles y gentiles se conservan, y el demonio los
tenía ilusos con sus idolatrías que tenían; y cauteloso de conservar y
perpetuar allí su culto, y adoración, y que nunca entrase allí la luz del
Evangelio, arbitro la traza de aparecerse en una forma horrorosa a todos los
que querían acercarse y bajar el Guáitara, y si iban a caballo, se les ponía
sentado en la grupa. Era esto de manera, que atemorizaba la gente no había quien
se atreviera a ir a dicho paraje”.

Fray Pedro Bedón, es un hábil
pintor, que estando en Quito según se ha dicho, pintó varias imágenes de la
Virgen del Rosario, su advocación preferida, y aun se ha planteado que cuando
asume la responsabilidad de despatriado, pintó en el camino varias imágenes de
María con esa advocación, la del Rosario. Se dice que en el cuadro de Las Lajas
se puede observar sus iniciales como prueba de haber pintado el cuadro al óleo
en referencia
. Pero resulta inquietante la lectura que se ha hecho del escrito
de Fray Juan de Santa Gertrudis, donde hace hincapié en la imagen de la
Concepción y no en la del Rosario como se conoce hoy. Continuemos analizando
este importante episodio de la historia religiosa de la imagen de la Virgen de
Las Lajas.

El fraile en referencia, es decir
Fray Juan de Santa Gertrudis, solo habla de «la Señora…». Es decir, para
nosotros acepta que lo que está observando es la imagen pintada sobre la laja
de la Virgen de La Concepción y no la del Rosario que hoy se observa en la
moderna basílica de Las Lajas. Las dos son completamente distintas de acuerdo
al arte religioso del catolicismo
. La de la Concepción no tiene niño y se
entiende que presenta estado de gravidez, en cambio la del Rosario si tiene un
niño cargado en su brazo.
Otro aspecto que llama la atención
es que nada dice respecto a las dos imágenes en la parte inferior del par de
frailes, uno dominico y otro franciscano
, que hoy encontramos en la pintura de
la Virgen de Las Lajas. Extraño por cuanto Fray Juan de Santa Gertrudis es muy
descriptivo en sus anotaciones de viaje. Será, entonces, que las dos figuras
descritas no estaban pintadas en aquel tiempo y en tal razón el fraile no las
describe?.
Antes de conocerse la versión
anterior, siempre se manejó de acuerdo a la tradición que la primera persona
que vio la imagen de la Virgen de Las Lajas fue la pequeña indiecita Rosa
Quiñones Mueses, sordomuda, que al pasar cerca a la gran muralla donde se
encuentra pintada la imagen de la virgen de Las Lajas habló a María, su madre,
respecto a que: «¡Mami, Mami, la mestiza me llama!», hecho que para Alberto
Vela acontece el 14 de Septiembre de 1794, cuando por obra sobrenatural, la
pequeña niña logra pronunciar palabras que obliga a su desconcertada madre a mirar
hacia el lugar que le indica su hija y encuentra en efecto la imagen de la
Virgen.

“Mami, Mami, la mestiza me llama” es
la frase que hacen pronunciar a la niña sordomuda, los historiadores del
evento. ¿Por qué la niña llama Mestiza a la imagen de Virgen María que se
encuentra pintada sobre la piedra laja?
Todo indica que de acuerdo con cuanto
ha dicho el Fraile Fray Juan de Santa Gertrudis en cuanto a la ubicación de
mechones o candelabros para un permanente alumbrado a la imagen, ennegreció la
pintura y en tal razón la niña la observó cómo Mestiza y no del color que hoy
tiene, donde es perfectamente blanca, nada de Mestiza. ¿Acaso, fue producto de
un retoque en tiempos modernos? He escuchado a varias personas de edad
avanzada, que en efecto hasta antes de la mitad del siglo XX, la imagen de la
Virgen María al igual que el niño que tiene en sus brazos y los dos frailes que
la acompañan, tenían cierto color oscuro que de un tiempo para acá fue aclarado
para tener la imagen que hoy conocemos.

En el año de 1876, incursiona por
estas tierras el botánico francés Eduardo André, quien escribe «América
Equinocial»
, crónica que se publica dentro de la magna obra América Pintoresca
que se edita en España en 1884 por parle de Montaner y Simón, la cual reedita
Carvajal S.A. en diciembre de 1982.
En la crónica referida llama la
atención los datos consignados por nuestro cronista respecto a la imagen de la
Virgen de Las Lajas cuando afirma que: “la pintura, realmente notable pertenece
a la escuela de Miguel de Santiago, de Quito y la figura de la Madre de Dios
tiene expresión de las vírgenes de Murillo, con un dibujo sumamente correcto y
un colorido más vivo todavía
. Su tamaño es mitad del natural; lleva corona de
oro, vestido de terciopelo encarnado bordado en oro y manto azul no menos
brillante. Dos santos, el uno de dominico y el otro de franciscano, según se
supone, fueron pintados con posterioridad al descubrimiento, están arrodillados
orando a sus pies. Un marco de cristales, de pésimo gusto, rodea el cuadro, a
ambos lados del cual se ven flores artificiales, santos, ángeles de aniñada
figura con sus alas desplegadas y finalmente la roca en su natural desnudez».
Interesante la afirmación de Eduardo
André en cuanto a la pintura de los dos santos, los cuales «se supone fueron
pintados con posterioridad al descubrimiento»
. Se entiende esta última palabra
como descubrimiento de la pintura de la imagen de la Virgen de Las Lajas. El
cronista es más gráfico cuando dentro de su obra registra un dibujo donde
detalla lo que describe.
Templo de Nuestra Señora de Las Lajas, a comienzos del Siglo XX
Foto: Internet

Serán los expertos en arte de la
pintura quienes podrán identificar con mayor claridad lo afirmado,
remitiéndonos de nuestra parte a destacar como con el transcurrir del tiempo la
pintura aún se conserva y en la actualidad se encuentra dentro de una
espectacular basílica que es la admiración de las gentes por su belleza arquitectónica
y su ubicación monumental sobre el abismo del torrentoso río Guáitara o
Pastaran como le suele llamar popularmente las gentes del lugar. Bien se ha
dicho que «el Santuario de Las Lajas en un milagro de Dios sobre el abismo».

El Santuario de Nuestra Señora del
Rosario de Las Lajas, tiene inicio el 1 de enero de 1916
con la ubicación de la
primera piedra, estando a cargo de la construcción el arquitecto autodidacta
pastuso Lucindo Espinosa y a su muerte continuaron sus hijos, teniendo como
planos iniciales los elaborados por el arquitecto ingeniero: J. Gualberto
Pérez. La inauguración del Santuario acontece en agosto de 1949. En cuanto a la
serie de esculturas, de acuerdo con Luis Felipe Benavides Rosero, hablando del
escultor Marceliano Vallejo en su libro El Escultor de los vientos, dice:
Durante la construcción del Santuario, es llamado a trabajar en la realización
de la estatuaria
, obra que se había planeado con grandes dimensiones, por la
cantidad de personajes que ornamentarían, siendo éste quizás el hecho
fundamental que determinaría el rumbo real de su quehacer. Existen 32 obras
pedestres, 3 grupos escultóricos.
En uno de los sitios de descanso hay
una pila, en cuyo remate se hallan tres niños
, que en ademan de juego sostienen
un escudo con una leyenda ilegible, a sus pies se desprende una columna de
cuatro lados, sostenida por tres de ellos y pequeñas cabezas de leones emanando
agua que cae sobre una concha cada una a manera de recipiente.
A la entrada del convento se
encuentran dos obras de temática infantil
, a la izquierda se halla la niña
orante de rodillas, frente a Cristo, para cuyo trabajo sirvió de modelo su hija
Cruz Marina. En la derecha se aprecia al niño lector, sentado sobre su tronco,
para esta obra sirvió como modelo Alberto el hijo mayor…”

En 1951 el Vaticano decretó la
coronación canónica de la imagen y el Santuario es declarado Basílica Menor; en
1984 se declara Monumento de interés cultural de Carácter Nacional; para el año
2007 se selecciona dentro de las 7 Maravillas de Colombia en concurso convocado
por el periódico El Tiempo; y en el año 2015, el diario Británico The Dayly
Telegrph, eligió al Santuario de Las Lajas dentro de 23 templos seleccionados,
como el más bello del mundo por su ubicación y arquitectura
.

Hablando de la ubicación del
Santuario de Las Lajas se encuentra dentro del Municipio de Ipiales a 90 kilómetros de Pasto, y a escasos 7 kilómetros de Ipiales, ciudad fronteriza con el Ecuador. En
este mes de septiembre, durante las festividades que se hacen en su homenaje,
es grande la afluencia de gente proveniente de varias regiones de Colombia y
del Ecuador donde tiene devotos que permanentemente visitan el Santuario, mucho
más por esta época.

Varios fueron los intentos para lograr conseguir la
coronación de la imagen en referencia, situación que se notifica mediante la
expedición por parte del Obispo de Pasto Emilio Botero González, del Decreto
Eclesiástico No 101, del 15 de enero de 1952, señalando el 16 de junio del
citado año. La elaboración de la corona, estuvo a cargo del artista ecuatoriano
de Ibarra don José Carvajal
, luego de recibir aportes voluntarios tanto en
dinero como en objetos de valor por parte de la gente de la región. Tiene un
peso de libra y media, de lo cual 14 onzas y media son de oro puro, con fondo
de plata y contiene: 73 rubies, 12 esmeraldas, 7 aguamarinas, 6 topacios, 16
rosas de Francia, 26 diamantes y 296 perlas finas. Por seguridad esta joya
artística se guarda en la bóveda del Banco de La Republica de Ipiales y solo se
la ponen a la imagen de la pintura de La Virgen de Las Lajas el día de la
fiesta, en tanto conserva una de menor calidad.

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