La paz, un esfuerzo de todos…

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Por: Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
En sentido estricto, la democracia es una
forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son
adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o
indirecta
, que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio,
democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres
e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos
contractuales.

Necesariamente para que exista un verdadero proceso
democrático en cualquier organización social, gremial o política, debe existir
mínimo dos opciones o propuestas, donde la persona pueda escoger y determinar a
su interés particular o colectivo. Sin embargo existen circunstancias en la
vida, que al unísono la ciudadanía procede en torno a una iniciativa, sin
entrar en polémicas o vanas discusiones. En este orden, la paz es una de estas
situaciones especiales que cualquier ser racional sueña en poseerla, ya sea
para el bien de su familia, amistades o nación. La paz es una conclusión
democrática en toda su dimensión que anhela cualquier persona consciente
.
Colombia desde hace más de 60 años enfrenta
una degradante guerra, dejando a su paso miles de muertos, lesionados,
huérfanos, viudas, y junto a esto los sistemáticos desplazamientos forzados. Ha
sido un proceso tormentoso que ha afectado a todos los connacionales
, a unos en
mayor proporción que otros; sin embargo, toda la población colombiana ha
sufrido la barbarie de la guerra.
Vendedores ambulantes, cómicos de semáforos,
mendigos, sicarios, narcotráfico, en fin, muchos de los subproductos del
conflicto armado en un país convulsionado, son los que al final de cuentas
inciden en el atraso de la sociedad. Nuestra patria, marcada con la sangre de
próceres que dieron su vida en algún momento de la historia con el único
propósito de zafarse el yugo de la opresión española, hoy, sus ideales de
seguro que están martirizados por la desarticulación de la población
colombiana. Sus legados han sido olvidados y en algunos momentos pisoteados por
verdugos revestidos de egoísmo y autoritarios
, que dicen ser los dirigentes del
pueblo, pero que en realidad simplemente son la desazón de la gobernabilidad.
En Latinoamérica han existido países con
profundos problemas de gobernabilidad que han terminado en violentas guerras,
pero en la mayoría de casos tanto los gobiernos como la misma ciudadanía han
puesto todo su empeño para entender y buscar solución a estos desordenes
sociales. Colombia, una región prodigiosa por naturaleza, al igual que contados
países de medio oriente y áfrica, sigue lidiando con un endémico conflicto, que
no ha podido superarse
, y todo por el egoísmo y escasa voluntad gubernamental,
inconsciencia de algunos ciudadanos y la terquedad de quienes persisten en
continuar ‘quemando mecha’ sin saber a quién apuntar.
Obviamente que un verdadero proceso de paz,
equivale al entendimiento compartido, concertación de ideas y consolidación de
propuestas armoniosas y proyectadas a mejorar las condiciones de vida de
millones de personas. Para nadie es un secreto que la causa de la violencia en
Colombia se deriva fundamentalmente en la falta de oportunidades
, referidas en
política agraria, nacionalización de las entidades sociales, preservación de la
cultura y ambiente, implementación de políticas incluyentes, atención por los
más vulnerables, entre otros causales que originan abuso y estigmatización de
clases.
Se han hecho varios intentos para llegar a una
salida negociada de la guerra interna, quedando en infructuosas acciones,
siempre fracasando por no precisar en propuestas estructuradas que conlleven al
bienestar del pueblo. No tendría éxito un proceso de paz, sino se discuten a
profundidad temas que son de impacto e incidencia del desarrollo comunitario
.
Lógicamente que también debe existir disponibilidad administrativa, política,
económica, cultural y social.
La agenda que actualmente se debate en La
Habana, Cuba, además de los temas priorizados, recoge experiencias vividas y
que en procesos anteriores no se tuvieron en cuenta
. Si nos preguntamos quien
debe ceder en esta oportunidad, creo que ante todo está la disponibilidad y
convicción negociadora de las partes.
Ante este hecho histórico que vive el país, se
hace vital la participación directa de la comunidad
, representada en líderes
sociales, gremiales, sindicales, ambientales y culturales; sus posiciones fortalecerían
y comprometerían aún más a los negociadores para continuar en búsqueda de la
paz política.
Enemigos de la paz y que dizque son ‘grandes
dirigentes’, solo son unos fascistas y embaucadores, explotadores de la
confianza y dignidad humana. La paz es una responsabilidad donde todo
colombiano debe aportar
y no denigrar.
Domingo, abril 14 de 2013

Este es un espacio de opinión destinado a
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pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
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de este medio digital.

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