La radio, una maestra y una amiga

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Por: Duvian Sánchez
@duviansanchezm
Siempre me ha gustado la radio. Recuerdo que
mis primeras experiencias con el medio fue a los cinco años, cuando vivía en
una casa de paja y una cocina hecha de chacla tupida que cumplía el papel de
pared, en una vereda lejana del casco urbano de El municipio de El Peñol
Nariño
. En ese tiempo, fui testigo que mi madre se levantaba a las cuatro de la
mañana  hacer la merienda de mi padre,
mientras escuchaba la radio Todelar.

Ella era feliz, la escuchaba cantar y le
fascinaban los mensajes de un locutor de ese entonces que ponía música alegre y
daba la bienvenida de la mañana.
Cuando el sol comenzaba a esconderse en las
inmensas montañas de la cordillera de los Andes, llegaba mi papá, cansado por
la dura jornada de trabajo
, con sus manos llenas de tierra, sus botas de
caucho, un sombrero roto por atrás, la camisa con tres botones y su amiga a su
lado, la radio.
A las cinco de la tarde, mi madre con ligereza
nos servía la comida en una pequeña mesita de tabla, a mi papá, a mis dos
hermanos de cuatro y tres años y a mí. Mi padre colocaba la radio en el centro
de la mesa, colocaba la emisora en Todelar AM y escuchábamos nuestra
radionovela favorita; Kalimán
. Recuerdo tanto esa voz tierna y asustada del
pequeño Solín y las estrategias de kalimán para poder ganarle a los malos,
que creo que no se me van olvidar.
También recuerdo que mi padre me sacaba al
patio todas las noches a ver las estrellas y me colocaba música romántica en su
pequeño radio. Él se emocionaba de repente e intentaba imitar a ese locutor con
un tono grave y seductor
. Era evidente que se emocionara, ya que escuchaba que
varias mujeres lo llamaban a elogiarlo por su voz.
Recuerdo que una noche mi mamá y mi papá nos
sacaron al patio a ese típico plan familiar
. El cielo estaba completamente
despejado, las estrellas parecían que se iban a caer, la luna era muy grande y
brillante, y las siluetas de las montañas eran sorprendentes y a la vez
miedosas. Esa noche, nunca se me va a olvidar, porque fue en esa noche en la
que tal vez sabía lo que iba hacer en un futuro.
Mi papá encendió la radio, sonó una canción de
amor, abrazó a mi mamá y a mí me dijo con un suspiro: –algún día mijo, usted va
ser igual o mejor que el que habla en la radio y si yo estoy vivo, lo apoyaré
hasta lo último que dé
. Sólo lo miré y no dije nada, porque en ese tiempo
llegar a estar en la radio era casi un milagro.
Esas palabras nunca se me olvidaron y fue una
promesa. Pasaron los años y sería el destino o Dios que nos escuchó, pero
decidí estudiar Comunicación Social y debido a mi pasión por la lectura
, logré
pasar las pruebas de admisión de una de las cinco universidades más importantes
de Colombia, la Universidad del Cauca.

Ahora que solo me faltan seis meses para
graduarme, veo a mi papá y le agradezco por apoyarme en todo este proceso y a
la radio por acompañarme durante toda mi vida
.

Este es un espacio de opinión destinado a
columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas
pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.

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