Rincón literario
Por Irma Zambrano
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Antiguamente en el sector el Llano, existieron dos trapiches artesanales, uno ubicado en el Chorro Alto de propiedad del señor Juan Pérez y otro del señor Adolfo Acosta, estos trapiches se dedicaron a la producción de azúcar artesanal.
En el trapiche el Corral de propiedad del señor Acosta, laboraban los señores Salomón y Marcos Cundar, quienes eran los dueños de la boyada.
Don Patrocinio Luna y Bartolomé Narváez, eran los encargados de moler la caña de azúcar (variedad caña Guada), don Eloy Ortega era el encargado de remoler el bagazo hasta sacarle el guarapo completamente.
El guarapo era almacenado en un lugar llamado la botijera y desde este lugar era transportado por un canal hasta una paila de cobre.
Don Gregorio Guerrero, se encargaba de hacer atados de bagazo, sacarlos al sol y luego colocarlos en un andamio junto al horno, trabajo que era conocido con el nombre del chulero.
Don Rodolfo Luna, era el encargado de encender el horno y echarle fuego hasta que el guarapo hierva; don Segundo Sánchez, era el hornillero, encargado de echarle la legía para que afine el dulce, zumo de llausa para que recoja las impurezas, conocido como cachaza, la cual era sacada con un cazo, elemento formado por un mate de calabazo asegurado con cabestros, la cachaza se la utilizaba como alimento para los animales que transportaban la caña.
Los señores Alejandro Díaz y Froilán Rivera, eran los labradores quienes le daban el punto exacto a la miel, ya en su punto esta era colocada en un recipiente grande de madera conocido con el nombre de batea lo cual se seguía batiendo constantemente hasta que se convierta en un elemento granulado.
Mientras los labradores hacían este proceso el señor Adolfo Acosta, junto con sus hijos José y Patrocinio, preparaban la greda; la cual era depositada en una canoa para quitarle las piedrecillas y quede una masa homogénea.
En un estante de madera colocaban los moldes u hormas de barro en forma cónica con un orificio en la base lo cual debía ser taponado con trozos de bagazo para evitar el derrame de la miel.
En cada horma se colocaba el dulce granulado dejando un espacio para colocar una capa de greda, una vez llenas estas hormas las taponaban con hojas de plátano por un periodo de 15 días, tiempo necesario para que drene la miel de purga.
Después de 15 días, sacaban la greda ya seca como también la parte del centro llamada corazón, le volvían a colocar otra capa de greda y la dejaban durante 10 días para que acabe de filtrar hasta la última gota de miel.
Al cabo de ese tiempo se revisaban si ya se había convertido en azúcar y verificar si el color era amarillo claro, ya en este estado se volvía colocar otra capa de greda por un espacio de 5 días, tiempo necesario para que el azúcar s vuelva completamente blanco.
Por ultimo sacaba la greda y volteaban la horma, obteniendo el azúcar en un molde en forma de cono, este tenía un peso aproximado de 15 a 20 kilos, a este producto lo llamaban pan de azúcar, el cual era empacado cuidadosamente en empaques de cabuya para ser transportado para la comercialización a diferentes lugares.
Entre las personas que se dedicaron a la elaboración de los panes de azúcar podemos mencionar a: Adolfo Acosta, José María, Patrocinio, Manuel Acosta Portilla, Telmo Rivera, Albino Zambrano, Tomás Terán, Fernando Castro, Flavio Guerrero, entre otros.
Cabe resaltar que esta producción se inició en la vereda el Llano y luego se extendió a las demás veredas del municipio de Ancuya, producto que fue muy cotizado por su alta calidad en la región sur de Nariño y la República del Ecuador.
Los panes de azúcar fueron comercializados y transportadores en recuas, entre los comerciantes podemos mencionar al señor Adán Lagos y la señora María Rosero, quienes se trasladaban hasta la ciudad de Guayaquil, el tiempo de recorrido estaba estimado en dos meses de travesía en ir y volver.
Este producto también era comercializado en las tiendas de las ciudades de Túquerres e Ipiales, producto muy utilizado en la elaboración de mantecados, roscones, bizcochuelo, colaciones y confites.
Foto: Hormas para los panes de azúcar. Irma Zambrano
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