Los sabores pueden generar problemas de convivencia

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Sucedió hace algunos años cuando regresaba de Gualmatán, el municipio más pequeño de Nariño, y luego de almorzar en el terminal de pasajeros de Ipiales, me senté en los primeros puestos de la buseta que nos transportaría hasta la ciudad de Pasto, la capital del departamento de Nariño.

Al rato se subió una señora de unos 50 años de edad y al sentarse a mi lado no ocultó la alegría que sentía en ese momento, razón por la cual le pregunté si se había ganado la lotería y sin ninguna prevención me contestó que lo que sentía era mejor que ganarse la lotería; me explicó que cuando ella regresaba a su patria y especialmente a la ciudad de Pasto, era muy feliz.

De inmediato supuse que venía del Ecuador, por lo cual nuevamente le pregunté si venía de Tulcán, a lo cual dijo que vivía en Quito, ciudad a la que se había trasladado luego de contraer matrimonio con un ciudadano de nacionalidad ecuatoriana.

Expresó que al principio de su matrimonio no había mayor inconveniente, pero luego de unas semanas tuvo sus primeros inconvenientes con su pareja por la comida que a ella le parecía desagradable y de igual manera su esposo opinaba lo mismo al referirse a la comida pastusa. Por esta situación el matrimonio entró en una crisis, razón por lo cual, luego de hacer una profunda reflexión, tomaron la decisión de preparar sus alimentos cada uno su lado con el fin de poner fin a las discusiones, y con base en este acuerdo lograron salvar su matrimonio.

La gastronomía es un elemento fundamental de las culturas de los pueblos y nos permite diferenciarnos los unos de los otros; entre los otros elementos característicos podemos citar el vestuario, el acento y por supuesto de las características físicas de las personas.

El bebé queda impregnado con los sabores de su madre, sea que lo alimente en sus primeros días con su leche o con otros alimentos, y a medida que crece empieza a encontrar la diferencia de otros sabores bien sea de sus familiares cercanos, amigos o de otras personas que hacen parte de otras culturas.

Cuando la persona viaja, bien sea niño, joven o adulto, extraña la comida de su casa preparada por su mamá o por sus hermanas. Hay casos de jóvenes que cuando les toca establecerse en otras ciudades para continuar estudios universitarios, no logran adaptarse porque no “les gusta” la comida que consumen, que la encuentran muy diferente a la de sus hogares.

El reto para el joven que decide convivir con su pareja está muy relacionado con la gastronomía, ya que en las culturas machistas la mujer es la que prepara los alimentos y es en este escenario en donde el hombre debe adaptarse a los nuevos sabores de su compañera o de lo contrario tendrá problemas en su convivencia.

Mi mamá falleció hace un poco más de 40 años, sin embargo sus sabores están presentes en los platos que preparan mis hermanas y que degusto con gran alegría en las visitas que realizamos con los integrantes de mi familia.

Foto: colombia.com

Author: Admin

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