Yuyay
Por Alejandro Rosero Montenegro
Facebook: alejandro.rosero2
Tengo la fortuna de tener tres hijos, mis mellizos Ángela María y Miguel Ángel que tienen 15 años y que cursan décimo grado, los adoro, son el motivo por el que sigo madrugando todos los días a hacer un espacio informativo en mi casa durante los últimos 13 años, RCN Radio.
Pero antes de ellos estuvo mi hijo mayor David Alejandro, es 10 años mayor, hoy cumple 25 y, también en su momento, era quien motivaba mis esfuerzos diarios para construir lo que es nuestro hogar, pero cuando terminó la universidad y se convirtió en profesor de filosofía, decidió que se alejaría un poco para hacer su propio mundo junto a su compañera, trabajó desde muy temprano y un día decidió irse a Medellín para hacerse con una plaza en el sistema educativo de nuestro país.
Puede ser la historia de cualquiera de nosotros, pero la verdad tiene algo de magia, pues es una persona especial, es muy joven y asumió la responsabilidad de su vida por cuenta propia y buscó independizarse, quizás para vivir como él quería, lejos de la presión que significa tener un papá como yo, algo testarudo, algo rígido por mi formación militar, algo loco por mi espíritu teatral, algo rebelde por mi pasado estudiantil, no sé, quizás él sea el mejor reflejo de lo que yo soy, pero mejorado.
Recuerdo que un día llegó de una reunión con sus amigos con algunos tragos encima, con la carita más feliz que de costumbre quiso pasar de largo a su habitación en el tercer piso aduciendo que estaba cansado, pero realmente trataba de evitar que nos diéramos cuenta de que estaba más que ‘prendido’, no me molestó, yo mismo hice algo similar en mi casa a mucha más temprana edad, el alcohol estuvo en mi vida durante muchos años causando más de un problema.
Al día siguiente tuvo que acompañarme a una gestión y estando solos en el carro le pregunté por lo que había pasado, fue raro, porque unos meses atrás yo había tomado la decisión de no volver a emborracharme porque quería que mi hijo aprendiera con el ejemplo y que no cometiera los mismos errores que yo y que, los mellizos que venían en camino tuvieran esa misma posibilidad. Acudí al discurso aquel de “yo ya pasé por eso”, por momentos duros y peligrosos, en medio de una ‘tomata’ y él había vivido momentos complejos cuando más pequeño vio a mi padre cometer actos impropios, obnubilado por el trago. Se los recordé y fue la última vez que bebió con desenfreno.
David es como una mezcla perfecta entre las pocas cualidades de su papá, Yo, y la grandeza de su mamá, Yolanda, mi esposa, mi compañera, durante más de 25 años, gracias a la vida misma se parece más a ella porque se encargó de estar junto a los pequeños en todo momento, por una decisión personal, que yo agradezco y trato de compensar en cada uno de mis actos. Mi hijo es buena gente gracias a lo que aprendió y heredó de su mamá.
Yo sé que el mundo apenas está caminado en la historia de vida de David Alejandro, aún hay muchos momentos difíciles que deberá afrontar, pero sé que está preparado para superarlos y sé que, lo que aprendió en la casa y en esta tierra del sur, le sirve hoy para destacarse en Medellín, donde trabaja. Me siento muy orgulloso de que su vuelo sea alto, muy alto, como el de la Lechuza Insaciable que lo identifico mientras era Scout.
Pero solo quería enviarle un mensaje con motivo de su cumpleaños, solo quería recordarle lo mucho que lo amo y que lo extraño, pero al tiempo, quería recordarle que la vida no es fácil, que está llena de murallas y obstáculos a los que hay que enfrentarse, en eso está el secreto de la vida, en tener las herramientas para llegar a nuestros objetivos, tener una maleta con las enseñanzas de quienes tienen un poco más de años. Desde la lejanía seguimos pendientes de que no te caigas y de que, si ello ocurre, te levantes para continuar más fuerte. Feliz cumple mi Davinchi…