Desde Nod
Por: Alejandro García Gómez
Mucha tinta y ondas hertzianas han irrigado a
nuestro Dpto. ante el inteligente artículo del llamado periodista de un medio
barranquillero que insultó -¿ignorante cínica, ingenua, neciamente?- a nuestra
tierra. Por eso no ocuparé este pequeño espacio para más de lo mismo. Por su
fotografía percibo que su edad merece respeto, el que él no tuvo, y por eso no
me referiré a la canallada. Más bien, invito a la reflexión.
nuestro Dpto. ante el inteligente artículo del llamado periodista de un medio
barranquillero que insultó -¿ignorante cínica, ingenua, neciamente?- a nuestra
tierra. Por eso no ocuparé este pequeño espacio para más de lo mismo. Por su
fotografía percibo que su edad merece respeto, el que él no tuvo, y por eso no
me referiré a la canallada. Más bien, invito a la reflexión.
Cargamos -injustamente como ocurre con todas
las herencias infames- con la de ser los descendientes de nuestros leales, y
quizá equivocados, antecesores, quienes hace doscientos años habitaron esta
feliz y, entonces, apacible comarca. Equivocada actitud sólo si la miramos
desde ahora, con los hechos cumplidos de la Historia. El no haber podido jamás,
Su Excelencia, doblegado en la guerra, él personalmente, a esta región –no pudo
vencer en Bomboná a una muchedumbre de milicianos quienes de día guerreaban y de
noche dormían en sus casas- causó profundas heridas en su orgullo. Sólo pudo
pasar por la inmensa tierra llamada Pasto en esos tiempos, luego de un
armisticio, porque Pasto supo, antes que Su Excelencia, el descalabro realista
de Pichincha en Quito. Por eso no dudo que fue su soberbia la que nos acuñó el
mote, aconsejado por sus macabros asesores, lambiscones todos como el siniestro
Leocadio Guzmán, de los mismos que acostumbran a rodearse arrogantes como Él,
así como hoy. Quizá el resto sólo fue “correr la bola”, por orden de Su
Excelencia, el dios supremo entonces. En esos tiempos, la peor difamación
contra una mujer era hablar de su actividad sexual fuera del matrimonio –“su
honorabilidad”-; contra un hombre, de su palabra en los tratos y su “machía”; contra
un pueblo, de su inteligencia. Y como nuestra región, después de su primera
postura antiindependentista –al comienzo vacilante-, debió seguir en
consecuencial contracorriente contra todo el país, la infamia se reprodujo y
creció como la espuma hasta que se volvió “verdad histórica” para los
ignorantes. Lo ocurrido con lo del llamado periodista barranquillero es sólo un
eslabón más de la cadena que hemos soportado en estos doscientos años. ¿Qué
hacer?
las herencias infames- con la de ser los descendientes de nuestros leales, y
quizá equivocados, antecesores, quienes hace doscientos años habitaron esta
feliz y, entonces, apacible comarca. Equivocada actitud sólo si la miramos
desde ahora, con los hechos cumplidos de la Historia. El no haber podido jamás,
Su Excelencia, doblegado en la guerra, él personalmente, a esta región –no pudo
vencer en Bomboná a una muchedumbre de milicianos quienes de día guerreaban y de
noche dormían en sus casas- causó profundas heridas en su orgullo. Sólo pudo
pasar por la inmensa tierra llamada Pasto en esos tiempos, luego de un
armisticio, porque Pasto supo, antes que Su Excelencia, el descalabro realista
de Pichincha en Quito. Por eso no dudo que fue su soberbia la que nos acuñó el
mote, aconsejado por sus macabros asesores, lambiscones todos como el siniestro
Leocadio Guzmán, de los mismos que acostumbran a rodearse arrogantes como Él,
así como hoy. Quizá el resto sólo fue “correr la bola”, por orden de Su
Excelencia, el dios supremo entonces. En esos tiempos, la peor difamación
contra una mujer era hablar de su actividad sexual fuera del matrimonio –“su
honorabilidad”-; contra un hombre, de su palabra en los tratos y su “machía”; contra
un pueblo, de su inteligencia. Y como nuestra región, después de su primera
postura antiindependentista –al comienzo vacilante-, debió seguir en
consecuencial contracorriente contra todo el país, la infamia se reprodujo y
creció como la espuma hasta que se volvió “verdad histórica” para los
ignorantes. Lo ocurrido con lo del llamado periodista barranquillero es sólo un
eslabón más de la cadena que hemos soportado en estos doscientos años. ¿Qué
hacer?
Ni resignarnos ni vociferar, pienso yo. De
nada nos serviría. A corto plazo, plantear con dignidad nuestra dignidad, sí. A
mediano y largo plazo, reafirmar, nuestra valía en todos los campos, con un
trabajo continuo en nuestras escuelas y colegios. Somos un “país” grande.
Vivimos en un paraíso y él ha producido mucha gente valiosa. Somos un país
leal. Pocos pueblos pueden darse este lujo. Dar a conocer nuestros valores
paradigmáticos a nuestra niñez y juventud. Con agrado he percibido en mis
últimos viajes a mi tierra, que esto se viene cumpliendo por muchos maestros,
periodistas e intelectuales, callada pero constantemente. Los frutos se ven en
lo cultural, intelectual y deportivo. Trabajar duro, siempre procurando la
excelencia, en lo que cada cual hace, en lo que cada cual sabe hacer.
Recordemos, siempre hasta la excelencia. Así nos hemos ido consolidando poco a
poco. La tarea es continuar. Continuar trabajando calladamente hasta la
excelencia. Absorber lo mejor de otros pueblos, apropiárnoslo y, con lo
nuestro, volverlo nuestro, sin perder la esencia de lo nuestro.
nada nos serviría. A corto plazo, plantear con dignidad nuestra dignidad, sí. A
mediano y largo plazo, reafirmar, nuestra valía en todos los campos, con un
trabajo continuo en nuestras escuelas y colegios. Somos un “país” grande.
Vivimos en un paraíso y él ha producido mucha gente valiosa. Somos un país
leal. Pocos pueblos pueden darse este lujo. Dar a conocer nuestros valores
paradigmáticos a nuestra niñez y juventud. Con agrado he percibido en mis
últimos viajes a mi tierra, que esto se viene cumpliendo por muchos maestros,
periodistas e intelectuales, callada pero constantemente. Los frutos se ven en
lo cultural, intelectual y deportivo. Trabajar duro, siempre procurando la
excelencia, en lo que cada cual hace, en lo que cada cual sabe hacer.
Recordemos, siempre hasta la excelencia. Así nos hemos ido consolidando poco a
poco. La tarea es continuar. Continuar trabajando calladamente hasta la
excelencia. Absorber lo mejor de otros pueblos, apropiárnoslo y, con lo
nuestro, volverlo nuestro, sin perder la esencia de lo nuestro.
Formas de opinión, como la tratada aquí hoy,
va quedando entre gentes ignaras que, desafortunadamente, aún las hay incluso
entre llamativos “periodistas”. Un contrasentido, pero es así. Por eso nuestra
tarea debe continuar.
va quedando entre gentes ignaras que, desafortunadamente, aún las hay incluso
entre llamativos “periodistas”. Un contrasentido, pero es así. Por eso nuestra
tarea debe continuar.
Nota de humor
.- Una inteligentísima columnista de
nuestro Diario, bella aún, recordaba hace unos días los apodos de mi querido
Sandoná. Recorrió calle por calle y, con o sin permiso, entró por la puerta de
cada casa. Curiosa e inexplicablemente olvidó uno muy cercano a ella y que debe
conocer muy bien, el de otra igualmente bella, o quizá más: La Machaca.
05.III.12