Por Camilo Fajardo Cabrera
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Al igual que miles de colombianos he registrado un notorio cambio de comportamiento en las actitudes de un sector poblacional hacia el resto de la comunidad. Se trata de aquellos que se endilgan liderazgo social y político.

Muchos de ellos posan de superhéroes por estos días preelectorales. Algunos se creen Superman, utilizan su capa roja para volarse de quienes los eligieron, con sus miradas de rayos X fulminan a quienes los cuestionan y hasta tienen doble personalidad, una en campaña y otra ocupando su curul.

Algunas damas, al mejor estilo de la Mujer Maravilla empiezan a lucir suntuosas pulseras, shorts y corona, con su lazo de poder atrapan a los incautos electores que creen en sus promesas de campaña. En medio de las reuniones desaparecen dando tres vueltas y cuando suben al poder andan en carros invisibles que impiden notarlas para que afronten los compromisos adquiridos con los más necesitados.

Los peores son los que solo salen en la noche como Batman. Esos usan alas de murciélago y al igual que sus parientes roedores solo aparecen en lugares para provocar terror y asco. No tienen ningún poder excepto el dinero; suelen verse acompañados de “Gatúbelas” y uno que otro joven enmascarado que oculta su identidad por temor al qué dirán.

Personalmente me cuido de los tipo Hulk (antiguo hombre increíble), esos se transforman cuando llegan las elecciones, hasta son capaces de cambiar de color. Muestran el músculo financiero que los sube a la calidad de súper héroe, pero no son más que resultado de pruebas de laboratorio fallidas en la intención de generar verdaderos líderes que trabajen por los menos favorecidos.

Lo más seguro es que todos estos bellos especímenes muten a partir del primero de enero. Se convertirán en seres malvados como le pasó al Wasón, que utiliza su conocimiento y sabiduría para hacer cosas que dañen a ciudad Gótica: pedirán dinero por nombramientos, entregarán contratos a sus amigos y benefactores, también desaparecerán con hermosas chicas y hasta se declararán perseguidos por la justicia.

Al final, aquellos que no logren su objetivo continuarán con su vida incógnita entre los humanos de bien hasta que lleguen las próximas elecciones. Nosotros seguiremos gobernados por superhéroes de ocasión que solo buscan satisfacer sus ególatras sentimientos de lujuria, soberbia y poder.

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