Tanto poder para “un rey” sin corona…

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Por: Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
           
En el mundo existen diferentes formas para
gobernar a un país, siendo algunas de mayor efectividad que otras; sin olvidar
que la cultura ciudadana juega un importante papel en la toma de decisiones
gubernamentales
. Dentro de los regímenes de gobierno están: Régimen
presidencial donde se encuentra inmerso el poder legislativo, ejecutivo y
judicial; Régimen Parlamentario y Régimen de Asamblea Popular o Partido Único.

Cabe anotar que todos hacen parte de la vida democrática de un pueblo,
permitiendo al constituyente primario tener el control y poder para determinar
acciones en pro o en contra del sistema gubernamental implantado en una
sociedad.

En América, la mayoría de países han optado
por el Régimen Presidencialista, con marcada responsabilidades en las
diferentes ramas de la constitucionalidad
. Este sistema fue inventado por los
ciudadanos norteamericanos de Filadelfia aproximadamente en el año 1867, coordinado
por un notable político y pensador como Walter Bagehot. En este régimen, el
Presidente de la República es el centro de gravedad de los poderes públicos, o
en otras palabras, se interpreta como la institución estatal condicionante. En
Colombia se ha venido aplicando al pie de la letra el modelo “gringo”, con la
gran diferencia de que los estadounidenses son disciplinados, mucho más éticos
y respetuosos del bien público, algo que nos cuesta aceptar pero se debe
reconocer.
El poder ejecutivo en nuestro país es
monocéfalo, ya que está conformado por una sola persona llamado presidente,
quien asume los poderes de un jefe de Estado y Gobierno
, obviamente que a su
entorno tiene un equipo de trabajo integrado por ministros y directores
administrativos sin poder de decisión. La Constitución Política colombiana
confiere al señor presidente poder extraordinario entre otros, como la objeción
a los proyectos de Ley, ya que puede negar las sanciones constitucionales a los
mismos, obligando al congreso a su consideración teniendo en cuenta sus
observaciones. El ejecutivo también cuenta con la manifestación de urgencia
para dar trámite a proyectos de gobierno; por otro lado implanta la política
internacional. En conclusión, el señor Presidente de la República es el director
de la administración pública y los actos de gobierno están determinados por su
santa voluntad
.
Los tres poderes del Estado colombiano han
venido marcados por sus funciones, responsabilidades y debilidades dentro del
quehacer democrático
. Sin embargo, tanto el ejecutivo como el legislativo con
el paso del tiempo se han identificado por su continua degradación en el
sentido de que se han aprovechado de las envestiduras para finalmente sacar
avante intereses particulares. Prácticamente son rampas para lograr propósitos
egoístas y maquiavélicos, afectando drásticamente a sus representados. Los
últimos hechos acaecidos en esta nación solo dejan entrever el abuso de
autoridad de los poderes públicos, incluyendo al judicial que ha sido vulnerado
por progresivas provocaciones del legislativo y ejecutivo. Colombia entera está
ávida de un cambio estructural de gobernabilidad; ya no aguanta más,
necesariamente se debe combatir las mafias instauradas en todas las ramas del
Estado.
En esta oportunidad traigo a colación un
fragmento del texto emanado por el Comité Central del Partido Comunista de
China bajo la presidencia de Mao Tsetung en 1963: “¿De dónde provienen las
ideas correctas? ¿Caen del cielo? No. ¿Son innatas de los cerebros? No. Solo
pueden provenir de la práctica social, de las tres clases de práctica: la lucha
por la producción, la lucha de clases y los experimentos científicos en la
sociedad
. La existencia social de la gente determina sus pensamientos. Una vez
dominadas por las masas, las ideas correctas características de la clase
avanzada se convertirán en una fuerza material para transformar la sociedad y
el mundo. En la práctica social, la gente se enfrenta con toda clase de luchas
y extrae ricas experiencias de sus éxitos y fracasos
”. No hay necesidad de
recurrir a acciones de choque o actos convencionales para afrontar y conseguir
logros populares, basta con que la sociedad afectada tome razonamiento y actúe
acorde a las necesidades. Empezando con una profunda reforma a la Constitución
Nacional, aprovechando mecanismos y/o instrumentos políticos como: Congreso,
Asamblea Constituyente o Referendo, que llevarían a feliz término propuestas de
beneficio colectivo, reoxigenando al Estado.
Se debe dejar al lado el pensamiento
anacrónico de la política arraigado en el nacionalista primario simplista y
pasar a convertirse en un constituyente primario permanente, donde se
identifique por el lenguaje y la manera de actuar, revestido de crítica,
análisis, conclusiones y proposiciones
. Que no sea el ciudadano que solo
manifiesta serlo cuando procede a votar en épocas de elecciones. Son más de
doscientos años, suficientes para tomar determinaciones soportadas en la
experiencia y sufrimiento de millones de compatriotas sumidos en la miseria y
sin futuro promisorio.

Este es un espacio de opinión destinado a
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pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
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de este medio digital.

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