Hace un año viví una experiencia que marcó mi vida: pasar una Navidad en un hospital. Todo comenzó el 20 de diciembre, cuando ingresé por urgencias al Hospital San Pedro de la ciudad de Pasto. Horas antes, una ecografía en un centro de diagnóstico había revelado la presencia de cálculos en mi vesícula biliar.
Días antes, había acudido al Hospital Clarita Santos de Sandoná debido a un persistente dolor de estómago. Tras ser atendido, me recomendaron realizarme una ecografía para determinar la causa exacta de mi malestar.
Al llegar al Hospital San Pedro ese miércoles en la tarde, me ubicaron en una camilla en el pasillo, esperando una cama en la sala de observación. Mi esposa estuvo conmigo durante este proceso, mientras que mi hija nos acompañó hasta el mediodía, ya que debía cumplir con sus compromisos laborales.
Más tarde, me asignaron un lugar en la sala general, donde permanecí hasta las 11 de la noche, cuando una enfermera jefe me trasladó a la habitación 206. Al día siguiente, un grupo de profesionales de la salud nos informó a mi esposa y a mí que era necesaria una cirugía, la cual se realizaría el viernes 22 de diciembre.
Mi esposa viajó a Sandoná, pero regresó al día siguiente para estar a mi lado. Sin embargo, ese viernes, cuando ya estaba preparado para la operación, nos informaron que había prioridades: las pacientes maternas, los accidentados y, finalmente, los demás casos. Aunque mi esposa se mostró molesta, no había más opción que esperar.
Pasaron cinco días. Durante este tiempo, recibí visitas de mis hijos, hermanos, familiares cercanos y amigos, lo que hizo más llevadera la espera. Finalmente, el miércoles 27 de diciembre, me operaron. Entré al quirófano a las 8 de la mañana y desperté pasadas las 2 de la tarde.
El sábado 30, tras diez días en el hospital, me dieron de alta. Regresamos a Sandoná con mi hijo y mi esposa pasado el mediodía. Fue un periodo difícil, pero también lleno de muestras de cariño y apoyo de muchos amigos y familiares que me enviaron mensajes de fortaleza y deseos de pronta recuperación.
Quiero enviar un mensaje especial a todas las personas que en este momento se encuentran en un hospital como pacientes: les deseo fortaleza y una pronta recuperación. A su vez, expreso mi más sincero agradecimiento a los trabajadores de la salud, cuya dedicación y esfuerzo son esenciales para el bienestar de nuestra comunidad.