palabrería formal en todos los rincones de Colombia; a medida que se acerca la
hora para definir quiénes serán los próximos gobernantes locales y regionales,
muchos candidatos a corporaciones públicas y cargos ejecutivos, hacen hasta lo imposible para atraer la atención y
ganarse la confianza de los potenciales sufragantes. En estas circunstancias
son demasiado los esfuerzos que hacen muchos dirigentes para lograr el objetivo
planteado.
respaldada y criticada por la ciudadanía de todos los niveles y condiciones. A
escasos dos meses de los comicios, hasta la persona más despreciada se vuelve
importante ante los ojos de los políticos electorales. Es común escuchar a
interesados en los votos, hablar milimétricamente de la vida de cada uno de los
habitantes del municipio o región. Esta es la oportunidad para darle
protagonismo hasta el indigente más infeliz, que por cuatro años es
insignificante y estorbo del resto de la sociedad, pero hoy, vale porque
también vota.
electoral en nuestro país, que cada vez los aspirantes a cargos de elección
popular deben preparase para convencer con discursos que con verdaderas
propuestas políticas. Lógicamente que los colombianos somos expertos para
‘tramar’, hecho que ha permitido ganar fama a nivel internacional. El escenario
proselitista es el mejor espacio para demostrar cualidades de ‘encantador de
serpientes’, o mejor dicho, para forjar ‘culebreros’ al estilo de personajes
que ya conocemos a nivel nacional.
grandes caudillos impresionaban con discursos veintejulieros, hoy, los
‘encantadores’, muchos provenientes de ancestros políticos, utilizan otros métodos, que combinados con la
angustia, necesidad y esperanza social, imponen una retórica que de no estar
atento el constituyente primario, lo conlleva en muchas ocasiones a tomar
decisiones equivocadas que finalmente se traducen en atraso comunitario.
para todos, existe otro grupo de seudolíderes que sin escrúpulo alguno,
aprovechan el momento para saciar sus apetitos prepotentes y de poder, y no
puede ser mejor la ocasión para poner a flote estrategias conmovedoras, que
bajo un estilizado pero práctico lenguaje, sucumben la mente hasta de los más
desprevenidos y apolíticos. Estos señores de la ‘vara mágica’ son los que
comúnmente conocemos como ‘culebreros’.
aspirante a cargo público, antes de formalizar su candidatura, presentar ante
la Registraduría del Estado Civil, una propuesta política para la región donde
aspire gobernar. Este requisito sería la base para su posible administración,
hecho que obliga al dirigente consensuar con su comunidad, con el fin de que el
programa de gobierno sea lo más aterrizado posible. Sin embargo, en varios
casos, esta legalidad no se aplica y se convierte en simple comodín al momento
de la inscripción.
electoral generalmente son los mismos, y quienes han sido engañados también son
los mismos. Pero como dice un ‘zorro político’, la clave está en saber
desmentir lo mentido y volver a hipnotizar. Y es este método estratégico el que
le permite al politiquero de turno mantenerse activo. La verborrea proselitista
ha sido la mejor arma para adormecer y
trasladar al sueño de los justos a miles de electores.
El proceso democrático nacional cada vez es más
cuestionado, hasta el punto de que en contra de su propia voluntad e interés,
desde el seno de las leyes busquen mecanismos más prácticos y efectivos, que
contrarreste la politiquería y fortalezca la credibilidad ciudadana. Por el
momento, en la mayoría de casos, solo nos queda escuchar ‘culebreros’ y
desarmar paracaídas. Que no sean estas fechas electorales solo para impulsar
acciones, desenfrenar pasiones y violar los principios de la ética, al
contrario, reflexionar.
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