El juego oscuro de la política colombiana

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Por Pablo
Emilio Obando
peobando@gmail.com
Hace ya algunos
años escribí una columna titulada “¿cuotas políticas o testaferros?”
(http://www.las2orillas.co/cuotas-politicas-testaferros/), publicada en medios
locales, regionales y nacionales. En ella cuestionaba la inveterada costumbre
de nuestros políticos de “apoderarse” de las entidades e instituciones
oficiales de Colombia, recalcaba que “Todo colombiano sabe y conoce que para
pretender ingresar a determinada entidad oficial debe primero contactar al
parlamentario que la controla, granjearse su amistad, obsequiarlo y halagarlo y
comprometerse en la entrega de cierta cantidad de dinero en la campaña
política. 

Sé que brincarán, como ya lo han hecho, los políticos de Nariño, pero
es una verdad inocultable que desafortunadamente y por lo inveterada ya es casi
que una costumbre social
. Retaba en una de mis columnas de opinión a los
políticos de mi región para que me demuestren que lo dicho es falso, que no
poseen burocracia, que no manejan X o Y entidad o que no tienen injerencia
alguna a la hora de distribuir los contratos millonarios que entregan al mejor
postor. Ninguno respondió”.
Ninguno ha
respondido hasta el momento. Esta realidad inocultable e inobjetable es
característica común en Colombia entera y es “normal y tradicional”.  Retomo esta nota por cuanto nuevamente se
pone en la palestra esta forma de hacer política en Colombia gracias a un
informe periodístico aparecido en recientes días en lasillavacia.com
(http://lasillavacia.com/historia/rayos-x-las-cuotas-politicas-en-narino-59364),
en el que se hace una radiografía de la burocracia en el departamento de Nariño
y la incidencia directa aunque “discreta” de nuestros parlamentarios en el
manejo de las entidades oficiales que les han sido “asignadas” para promover su
candidatura política y favorecerse con la burocracia, los contratos y su
presupuesto.
La política así
se torna inequitativa y desfavorable para quienes no poseen el manejo y el
control de estas entidades pues no se puede competir con aquellos que tienen a
su disposición entidades oficiales en su beneficio político. Y esa es la
realidad que los colombianos debemos cambiar, es quizá, una de las prioridades
junto a la corrupción que tantos males genera en nuestra sociedad. También es cierto que político que se respete
debe tener una o varias entidades pues únicamente así, ante la ausencia de
ideas, liderazgo o iniciativas legislativas, puede sostenerse en su curul. Lo
grave es que este remolino absorbe a nuestros jóvenes profesionales que no
tienen más alternativa que plegarse al cacique de turno para iniciar su vida
profesional
. Si todas las entidades son manejadas y movidas por ellos, se hace
imposible ingresar sin su recomendación y beneplácito.
Nuestros
congresistas, en un acto de honradez, dignidad y transparencia deben renunciar
a sus “cuotas de poder”
y comprometerse a dejar en manos de profesionales
idóneos los destinos de las diferentes entidades, institutos descentralizados,
corporaciones, secretarías y todo aquello que tenga que ver con el sector
oficial.
Todos sabemos
que en Colombia la política opera así, pero nos hacemos los pendejos buscando
únicamente la forma de favorecernos y obtener alguna prebenda o tajada. Por
favor díganme el nombre de un solo congresista de nuestra región que no tenga
sus cuotas burocráticas y el manejo total y absoluto de X o Y entidad
. Si
existe, mis respetos para él. Y díganme qué director, jefe, secretario o
funcionario con algún rango no ha logrado llegar gracias a su habilidad para
congraciarse con el congresista de turno y acatar dócilmente sus órdenes y
convertirse en una especie de lacayo que funge como jefe o secretario pero que
en realidad no es más que un payaso al servicio de un gamonal que le dice qué
hacer, a quien nombrar y cómo repartir el presupuesto.
Conozco a
muchos profesionales dignos que no han podido servirle a su gente por la
sencilla razón que se niegan a tener un jefe político que los postule
y los
convierta en sus “testaferros” políticos y electoreros. Y conozco también a
muchos corruptos e incompetentes que ocupan grandes cargos gracias a su
disposición y servilismo.
Esta forma de
hacer política debe renovarse en Colombia, no podemos continuar observando a
los mismos políticos ejerciendo las mismas mañas en contra de los colombianos,
sometiéndonos a sus designios o dejando en sus manos manchadas de corrupción el
destino de una sociedad que merece más respeto y pulcritud en el manejo de lo
público. Y lo dicho para los congresistas es igualmente válido para concejales
y diputados
que escalan de posición merced de su disposición para ejercer sus
funciones como muñecos de ventrílocuo que hablan y opinan únicamente lo que su
jefe les ordena. 

Acudimos a la memoria de Jorge Eliecer Gaitán
cuando imploraba una restauración moral en las actitudes y costumbres
políticas. Quizá su grito de !A la carga!, recorre hoy más que nunca la
conciencia de los colombianos. Esperamos el pronunciamiento de nuestros
congresistas, bueno y deseable sería oír que renuncian al manejo de las
entidades públicas; que entremos así, de una manera digna y correcta, en la Colombia
que merecemos y añoramos. Este sería un acto de paz y el inicio del recorrido
por una nueva patria donde el posconflicto no únicamente implique el desarme
sino la transparencia y la decencia en la forma de hacer y vivir la política
.

Este es un espacio de opinión destinado a
columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas
pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.

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