Emilio Obando
años escribí una columna titulada “¿cuotas políticas o testaferros?”
(http://www.las2orillas.co/cuotas-politicas-testaferros/), publicada en medios
locales, regionales y nacionales. En ella cuestionaba la inveterada costumbre
de nuestros políticos de “apoderarse” de las entidades e instituciones
oficiales de Colombia, recalcaba que “Todo colombiano sabe y conoce que para
pretender ingresar a determinada entidad oficial debe primero contactar al
parlamentario que la controla, granjearse su amistad, obsequiarlo y halagarlo y
comprometerse en la entrega de cierta cantidad de dinero en la campaña
política.
es una verdad inocultable que desafortunadamente y por lo inveterada ya es casi
que una costumbre social. Retaba en una de mis columnas de opinión a los
políticos de mi región para que me demuestren que lo dicho es falso, que no
poseen burocracia, que no manejan X o Y entidad o que no tienen injerencia
alguna a la hora de distribuir los contratos millonarios que entregan al mejor
postor. Ninguno respondió”.
respondido hasta el momento. Esta realidad inocultable e inobjetable es
característica común en Colombia entera y es “normal y tradicional”. Retomo esta nota por cuanto nuevamente se
pone en la palestra esta forma de hacer política en Colombia gracias a un
informe periodístico aparecido en recientes días en lasillavacia.com
(http://lasillavacia.com/historia/rayos-x-las-cuotas-politicas-en-narino-59364),
en el que se hace una radiografía de la burocracia en el departamento de Nariño
y la incidencia directa aunque “discreta” de nuestros parlamentarios en el
manejo de las entidades oficiales que les han sido “asignadas” para promover su
candidatura política y favorecerse con la burocracia, los contratos y su
presupuesto.
se torna inequitativa y desfavorable para quienes no poseen el manejo y el
control de estas entidades pues no se puede competir con aquellos que tienen a
su disposición entidades oficiales en su beneficio político. Y esa es la
realidad que los colombianos debemos cambiar, es quizá, una de las prioridades
junto a la corrupción que tantos males genera en nuestra sociedad. También es cierto que político que se respete
debe tener una o varias entidades pues únicamente así, ante la ausencia de
ideas, liderazgo o iniciativas legislativas, puede sostenerse en su curul. Lo
grave es que este remolino absorbe a nuestros jóvenes profesionales que no
tienen más alternativa que plegarse al cacique de turno para iniciar su vida
profesional. Si todas las entidades son manejadas y movidas por ellos, se hace
imposible ingresar sin su recomendación y beneplácito.
congresistas, en un acto de honradez, dignidad y transparencia deben renunciar
a sus “cuotas de poder” y comprometerse a dejar en manos de profesionales
idóneos los destinos de las diferentes entidades, institutos descentralizados,
corporaciones, secretarías y todo aquello que tenga que ver con el sector
oficial.
que en Colombia la política opera así, pero nos hacemos los pendejos buscando
únicamente la forma de favorecernos y obtener alguna prebenda o tajada. Por
favor díganme el nombre de un solo congresista de nuestra región que no tenga
sus cuotas burocráticas y el manejo total y absoluto de X o Y entidad. Si
existe, mis respetos para él. Y díganme qué director, jefe, secretario o
funcionario con algún rango no ha logrado llegar gracias a su habilidad para
congraciarse con el congresista de turno y acatar dócilmente sus órdenes y
convertirse en una especie de lacayo que funge como jefe o secretario pero que
en realidad no es más que un payaso al servicio de un gamonal que le dice qué
hacer, a quien nombrar y cómo repartir el presupuesto.
muchos profesionales dignos que no han podido servirle a su gente por la
sencilla razón que se niegan a tener un jefe político que los postule y los
convierta en sus “testaferros” políticos y electoreros. Y conozco también a
muchos corruptos e incompetentes que ocupan grandes cargos gracias a su
disposición y servilismo.
hacer política debe renovarse en Colombia, no podemos continuar observando a
los mismos políticos ejerciendo las mismas mañas en contra de los colombianos,
sometiéndonos a sus designios o dejando en sus manos manchadas de corrupción el
destino de una sociedad que merece más respeto y pulcritud en el manejo de lo
público. Y lo dicho para los congresistas es igualmente válido para concejales
y diputados que escalan de posición merced de su disposición para ejercer sus
funciones como muñecos de ventrílocuo que hablan y opinan únicamente lo que su
jefe les ordena.
Acudimos a la memoria de Jorge Eliecer Gaitán
cuando imploraba una restauración moral en las actitudes y costumbres
políticas. Quizá su grito de !A la carga!, recorre hoy más que nunca la
conciencia de los colombianos. Esperamos el pronunciamiento de nuestros
congresistas, bueno y deseable sería oír que renuncian al manejo de las
entidades públicas; que entremos así, de una manera digna y correcta, en la Colombia
que merecemos y añoramos. Este sería un acto de paz y el inicio del recorrido
por una nueva patria donde el posconflicto no únicamente implique el desarme
sino la transparencia y la decencia en la forma de hacer y vivir la política.
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