Fiduprevisora: el viacrucis de unas cesantías

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Columna Desde Nod
Por Alejandro García Gómez
pakahuay@gmail.com
Correo electrónico: “[De] Rozo Cortez Claudia
Lulu (sic). Muy buenos días, el pago se reprograma para cobro a partir del 30
de mayo a través del BBVA PQ.BERRÍO Medellín. –Nuevo, disculpe hubo un
inconveniente con los archivos. Con gusto LULU”.Este correo lo recibí el 24 de
mayo de 2014.

Aunque no me permito tocar mis asuntos personales en esta
columna, si hoy lo hago es porque lo siento como un deber ya que pienso que el
mismo o similares problemas por una supuesta negligencia de alguno o algunos de
los funcionarios de la Fiduprevisora
-ente estatal encargado de administrar
cesantías y pensiones de muchos colombianos- estarán sufriendo gran cantidad
de  compatriotas en todo el país en
esperanza de que no se repita para ninguno.

Brevemente, la historia: en 2012 me retiré del
trabajo activo. Desde enero de 2013 hice las gestiones para mis cesantías
definitivas, que las culminé en marzo. Quizá por información no adecuada o
porque simplemente no entendí, no estuve atento a la recepción de ellas en el
banco en los penúltimos meses del 2013. Cuando, alarmado, en el último mes me
acerqué al banco me informaron que no había nada, que posiblemente habían
llegado pero que allí no guardaban registro
. Me dieron unos números para que me
comunicara con la Fiduprevisora. Lo hice el 23 de enero de 2013 en horas de la
mañana y, después de escuchar entre diez y quince minutos una señal grabada,
contestó una persona -quien dijo llamarse Leonardo Amador, funcionario de
Fiduprevisora- y me dio instrucciones para solicitar reprogramación del pago de
mis cesantías. Salí, cumplí los requisitos y ese mismo día hice el envío a
Bogotá, escaneado y por correo electrónico, como se me dijo que era lo
obligatorio y que no se aceptaba de otra manera, o sea, en papel físico. Nunca
a mi cuenta de correo llegó un “recibido”, de ellos.
A partir de entonces cada mes me acercaba a
las taquillas del banco y la razón era la misma: nada; tanto que, uno de los
funcionarios de allí, que ya me distinguía, este 19 de mayo tomó el teléfono y
él mismo llamó a la Fiduprevisora; a su respuesta, me lo entregó y hablé con
una persona que dijo llamarse Yaritza Ballesteros y funcionaria de la misma.
Pasado un breve tiempo, me manifestó que mi solicitud no aparecía y que si la
envié, como afirmaba yo, seguramente lo habría hecho sin el lleno de los
requisitos. Que debía volver a enviar toda la documentación. En mi casa
guardaba las evidencias de mi gestión del 23 de enero. Envié un Derecho de
Petición a Fiduprevisora, a quien corresponda, con copia a la Procuraduría
General de la Nación, poniendo de presente la situación. A la Procuraduría lo
envié con fotocopia de mis evidencias y en papel. A Fiduprevisora,
electrónicamente, según el requisito, pero “por un porsia”, también en papel,
entrega certificada. La dirección electrónica de ellos me “rebotó” y así
permaneció hasta el 24 de mayo, día del email con el que comienza este
artículo. Hasta la respuesta en mi correo, de la señora Rozo, sólo logro ver
una gran cantidad de raras inconsistentes coincidencias. Aunque mi problema se
solucionó, callarme no me parece lo correcto, porque no sé cuántos compatriotas
estén en éste u otros problemas similares. Conocí en la sede del banco algunas
personas que manifestaban que, a veces, la Fiduprevisora los hacía venir a la
central de Medellín desde municipios y regiones tan apartadas como Urabá y,
cuando llegaban, les decían que no se había hecho el desembolso al banco, que
debían esperar, aumentando los costos. Yo me presenté el 03 de junio, no estaba
el desembolso, a pesar del email del inicio de este artículo que lo anunciaba
para el 30 de mayo. Por eso, con todo mi respeto, pongo en conocimiento público
a la Procuraduría General de la Nación, del “final” de esta situación
. No por
mí, pienso que unas simples disculpas por error de archivos no son suficientes.
Ojalá me equivoque, pero ¿habrá más situaciones anómalas o quizá ilegales,
similares? 20.VI.14
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