Hacia el bicentenario de la Batalla de Bomboná 4

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Remembranzas consaqueñas
Día de la Independencia Nacional
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

El 20 de julio se lo conmemora en Colombia como el día de la independencia nacional. Aunque la fecha pareciera legendaria, no va más allá del año 1907 cuando mediante la Ley 39 del 15 de junio de ese año, dictada por la Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa ordenaba la solemne celebración del centenario de la independencia nacional. Antes de esta celebración en 1910, la fecha del 20 de julio no simbolizó el grito de independencia en la república de Colombia, y el único intento del gobierno por imponer esta fecha en 1873 como fiesta nacional fracasó. Desde mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, a la élite política del país se le ocurrió imponer un momento para celebrar el nacimiento de la República.

Resulta interesante en este momento histórico de la nación colombiana, escrutar un poco en la imposición de esta fecha como referente de la memoria histórica de la independencia colombiana y la resistencia que tuvo cuando muchos consideran que los acontecimientos sucedidos el 20 de julio de 1810, se limitaron a un golpe prefabricado donde los criollos, liderados por el sabio Francisco José de Caldas, buscaron la manera de generar la agitación entre el pueblo y derrocar al virrey, más no acabar con las instituciones implantadas desde la colonia y dominantes hasta esos momentos.

El 20 de julio de 1810, dicen algunos entendidos, no se planteó revolución alguna, ni cambio de estructuras, ni se buscó la independencia del hoy territorio colombiano. Ese 20 de julio notables criollos, como Tadeo Lozano, Marqués de San Jorge, José Acevedo y Gómez, Camilo Torres, el mismo Caldas (considerados hoy por hoy como los héroes de las gestas), planteaban al virrey sólo una Junta de Gobierno presidida por Amar y Borbón y bajo el mando supremo del rey Fernando VII. Ese día, mientras los campesinos y los santafereños hacían su mercado y algunos gritaban contra los españoles, las cosas parecían favorables a esos notables. Pero cuando las señoras huyeron espantadas a sus casas y los indios y mestizos terminaron de tomarse sus chichas, la plaza se fue quedando íngrima y Acevedo sólo atinaba a gritar: “Hoy mismo seréis tratados como insurgentes“. Caídas las sombras de la noche, los notables estaban a merced del virrey. Afortunadamente el cuartel de artillería, aguantado por el gran patriota Antonio Baraya, no se presentó a ayudar al virrey. (Por eso fue el primer fusilado en la reconquista.).

Pero luego, alentados por José María Carbonel y la maestra Bárbara Forero (los verdaderos héroes de la independencia) se presentó el pueblo, ese sí a pedir “cabildo abierto”, algo así como un plebiscito, o sea la participación directa del pueblo en el gobierno. Nada de Juntas de Gobierno ni de reyes o virreyes. En ese momento la tal revolución se salió de las manos de los notables y quedó en las del pueblo.

No obstante, muchos son enfáticos en afirmar que existieron otros acontecimientos de vital importancia que bien podrían determinarse como el punto de partida de las gestas de independencia, pero que se impuso por la historiografía oficial la fecha del 20 de julio, principalmente durante el siglo XX cuando en los establecimientos educativos se difundió el aprendizaje de esta fecha como el día de la independencia nacional. Porque no decir que entre los acontecimientos que se mencionan se encuentra el sucedido el 17 de octubre de 1809 en el puente de Alex situado sobre el río Guáitara limítrofe entre los municipios de Consacá y Guaitarilla, cuando tropas quiteñas intentaron tomarse la entonces provincia de Pasto, siendo derrotados por estos y convirtiéndose de paso en el punto de partida del realismo pastuso que tantos sinsabores ha ocasionado hasta nuestros tiempos.

Ahora bien, cómo lograr entender que se hable de independencia cuando Colombia actualmente continúa esclavizada y aún más que en épocas de la dominación real de que se fuera víctima. Como no soñar con una independencia hecha por todos y para todos, donde la justicia social y el desarrollo integral sean una realidad, y aunque no imposible, si difícil de alcanzar porque esta es económica, política, cultural y social, libre de injerencia de otros en los asuntos internos, con el desarrollo de modelos que respeten el legado de los pueblos ancestrales y que no maltraten a la Colombia que vive cada día oprimida bajo el yugo de la explotación cultural y financiera; pero, la corrupción, la injerencia de países extranjeros en los asuntos políticos, la pobreza, el desempleo, la desigualdad, la desnutrición, una política destruida en sus basamentos doctrinarios entre otras cosas, generan que esa independencia no logre ser real, sino que más bien vivimos en un país que aún está inserto en lógicas de dominación muy poderosas, donde el pueblo está sumiso a la explotación férrea de quienes han gobernado por décadas la nación.

Consacá, 23 de julio de 2021

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