Las campanas de la Iglesia

José Rodrigo Rosero, columnista
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Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

Un sonido indescriptible inundó los cielos comarcanos. Sin darme cuenta habían cambiado las campanas de la Iglesia de mi pueblo, esas que decían ser unas de las mejores del mundo, y que con su sonido potente, sonoro y celestial despertaba hasta al más lejano de los vivientes de la región, llamando para la celebración de cultos de orden espiritual. Las campanas de la iglesia se volvieron sencillamente como un medio de comunicación tradicional.

El repique de las campanas de la Iglesia, proveniente de la parroquia del lugar operadas por el sacristán, tenían la facultad de enaltecer el ánimo cuando llamaban a una celebración eclesiástica de conmemoración sacra, especialmente de la patrona clerical del pueblo, pero también generaban nostalgia cuando con su tañido lento rememoraban a los muertos o llamaban a la asistencia a honras fúnebres de un lugareño y, como por arte de magia, ennegrecían el ambiente sectorial. Su sonido se presentaba como un llamado del Todopoderoso a una reunión con la Deidad.

No entendí el cambio de las campanas por un aparato que pareciera funcionar con energía eléctrica, que emite un sonido que me parece incómodo y apartado completamente del momento para el cual se llama para acudir al templo parroquial.

Consacá, 07 de marzo de 2025


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