Manzanas verdes

Espacio por la
convivencia y la cultura ciudadana

Por: Lucciano

lucio-melo@hotmail.com

Los boulevares
son espacios que tomamos los ciudadanos como refugio y escape al terrible,
caótico y agitado mundo citadino, un recorrido por sus encantadores rincones,
sencillamente nos brindan momentos de exaltación y ensueño, evocamos en cada
paso, historias, recuerdos y la nostalgia convencedora de que todo tiempo
pasado fue mejor.

Ha pasado algo
siniestro en nuestro municipio, evocando ese pasado pueblerino, de campesinos y
recuas, de caminos y veredas, de senderos y de pinos, de casitas, de tejados,
de huertos y de aromas, ese pueblito que aún en sus periferias, sus aromas a
bagazo y miel a cachaza y bestias, de tapias y solares, de caminos polvorientos
donde el desfile magno de mulas y arrieros acarreadores lo hacían ellos y era
de ellos, con sus gritos y recocha, con sus dichos y refranes, reafirmando
nuestra herencia de campo, ratificando un ancestro lleno de historia, historia
forjada por simples campesinos, sabios en cañales, en moliendas y en semanas en
peonadas y en lunas, gente campesina, dueña de sonrisa y dignidades, alegre y
dicharachera, dulces de corazón como sus cañas y trapiches, angarillas y
panela, guarapos y moliendas, un ancestro arraigado en nuestra panela, somos
paneleros, nuestra dulzura viene de allá, del guarapo y miel, de punto y de
melcocha.

Pero la
grandeza de Dios ha sido tan infinita con nosotros, que no solo contentos con
aromas y mieles de caña, nos ha entregado el mejor regalo de los dioses, el
otro manjar que endulza paladares, almas y corazones el de sabores y aromas, el
de encantos y seducciones, ese compañero fiel en las citas y encuentros, ese
compañero cotidiano en las mañanas, ese fragante, dulce y apasionado fruto
llamado café, rojo como la sangre, caliente y sensual, mezcla exitante de lo
divino y lo profano.

Ahora el
paisaje no cambia, se complementa, el verdor oscuro de nuestros cafetales junto
al verde caña de nuestras montañas, paisaje perfecto para despertar en un
paraíso de ensueño. Aquí también hay recuas, caminos y veredas, aquí la
movilidad la hacen ellas, ellas con sus vestidos multicolores pintan caminos,
ellas con sus risas y sus voces matizan a su paso el cantar de los pájaros,
ellas son el alma de la cosecha, ellas son el corazón de los fogones, la
alegría de los atardeceres al regreso, el alma de los ojos de los niños, ellas
alimentan nuestro espíritu de varones, con su delicadeza van tejiendo y
juntando esperanzas, sueños e ilusiones, hombro a hombro, paso a paso, ellas
también son de botas, pantalones y perrero, pero tienen la dulzura y el encanto
que solo lo dan las flores, son nuestras mujeres cafeteras, ellas campesinas,
junto a sus compañeros y niños, muestran la otra cara también de ancestro, de
cafetales y caminos, de moliendas y tendidos, de trillas y mercados, de bestias
y costales, es la otra cara que nos muestra nuestro ancestro cafetero, un
trasegar de viejos sabios y dignos caficultores, que a su paso han dejado
marcados en piedras y caminos el desgaste y las huellas de un ir y venir de
tiempos lejanos, esos abuelos que batallaron y trasegaron duro sus noches y sus
días, moliendo a piedra, lavando en quebradas y soportando días enteros de
arduas jornadas, hoy nos dejan ese legado rico y honroso de ser un pueblo
cafetero.

Nuestro paisaje
desborda en bondades y muestra al mundo, un pueblo referente en el gran mercado
y las grandes ligas, acá el paisaje lo domina todo, somos dueños por naturaleza
de esa riqueza que nadie nos arrebata: nuestra ubicación geográfica, aquí el
paisaje y la región lo marca todo, es esa naturaleza la que nos hace ser dueños
de una riqueza que viene de allá, del ancestro y que hoy nuestro compromiso es
fortalecer, enaltecer y sentir orgullo por la grandeza de tanta bondad
recibida. Ser los dueños absolutos y poseedores del mejor origen que tiene
Colombia, es un compromiso no individual, sino que debe asumirse como un
compromiso de política pública, con alcances administrativos que sean y estén a
la altura del compromiso que deben adquirir.

Ancestro y
Boulevares, en tiempos en que el avance y la transformación de nuestro pueblo
se proyecta, pues es nuestro compromiso como ciudadanos recordar que el futuro
parte de la historia, creer que el progreso es sinónimo de acabar lo viejo y
plantar lo nuevo es una total equivocación, y hablo de ancestro, lo nuevo, lo
viejo, de boulevares y rincones, de café, caña, campesinos y caminos, porque
los hemos perdido.

En tiempos en
que la modernidad consumista abocada por el mero mercantilismo nos convierte en
devoradores de cemento y concreto, es bueno recordar que somos un pueblo sin
identidad arquitectónica, tumbamos tapias a diestra y siniestra, confundimos la
modernidad con el consumismo desmedido, no tenemos ni jamás hemos tenido una
brújula que nos marque un camino viable y real, y es ese el resultado de ser un
pueblo sin criterio, ni cultural, ni geográfico ni mucho menos histórico, lo
poco que ha habido lo hemos acabado hemos destruido ese ancestro y legado que
nuestros mayores sin tanto título y conocimiento nos dejaron.

Hoy nos inundan
las motos, no tenemos una política pública y verdadera de planeación, nuestra
identidad arquitectónica agrede de manera violenta ese monumento que día a día
lo derrumbamos con el asqueroso y maloliente “MIADO”, es demasiado templo para
nosotros como pueblo, toda vez que destruimos nuestras tejas y tapias y levantamos
nuestras moles desorientadas como las frías paredes de sus estructuras.

Hoy a puertas
de socializar la “Transformación” de lo que debería ser nuestro ya acabado
legado ancestral de pueblito de casitas y tejas de huertos y senderos, quiero
expresar desde este espacio llamado MANZANAS VERDES el sentir herido y
lastimado de frenar y empezar de nuevo hoy que la transformación confundida nos
desborda, hoy que hay profesionales al frente de un despacho llamado
Planeación, para que esa transformación no siga destruyendo lo poco y nada que
nos queda.

Se ha convocado
al pueblo a socializar democrática y participativamente, eso está bien, pero
como conozco mi ganado, sé también que serán las mismas personas de siempre las
que asistirán al llamado, por tanto desde mi columna y espacio por la
convivencia y la cultura ciudadana, pido a las administraciones actuales y
venideras, a los estudiantes y profesionales de la rama de la arquitectura y la
ingeniería a los artistas y gestores culturales y sociales, líderes y en
general al pueblo sandoneño, sumar esfuerzos para aportar de manera proactiva y
constructiva, desde ya adquirir un compromiso con este terrible caos que no
podemos permitir que continúe, desde mi punto de vista la transformación de las
calles deben y tienen que estar sujetas al impacto que se le tenga que causar o
sumar en su defecto a nuestro templo, siempre he soñado y he añorado nuestro
pueblo con una transformación orientada a la preservación del patrimonio del
ancestro de la historia, nuestro templo da para eso y para mucho más, nuestro
templo es la joya más preciada que tenemos, las connotaciones y sentimientos
espirituales que representan tienen un arraigo y un profundo trasfondo cultural
y social, el solo hecho de ser bien de interés nacional es motivo para que las
cosas y en particular su entorno no se maneje a la topa tolondra, a la loca,
otra sería nuestra suerte desbordada en bondades, sería la tapa de la olla,
lastimosamente se me va en deseo.

Creo que la
edificación llamada “Palacio de Gobierno” junto con las calles a intervenir,
deben ser asumidas de manera responsable frente a la importancia y relevancia
que tiene el templo, lejos de estar sujetas al desarrollo de un periodo
administrativo o placas conmemorativas que marquen un mal recuerdo o un pasaje
trágico de la historia, la viabilidad en su ejecución debe tener el carácter
amplio y responsable y deben estar sujetas como ya lo dije al sentido estético,
patrimonial y de respeto frente al centro y corazón de nuestro pueblo.

Boulevares espacios
que ojalá estén representados a lo largo de toda esa periferia que enmarca
nuestra joya, en donde el deleite precisamente es y debería ser para exaltar la
belleza desbordante de nuestro templo, espacios para que convivan las gentes
propias y extrañas, lejos del mundanal, estrepitoso, horrible, dañino y oscuro
mundo de las motos, lejos del “asqueroso y maloliente MIADO”, lejos de los
espacios estrechos y estresantes corredores atestados de chucherías y
fritaduras, ese es el espacio que hoy nuestra historia y nuestro anhelo
ciudadano propone.

Hay muchas
propuestas que se han planteado desde mi sentir ciudadano a través de esta
columna. MANZANAS VERDES Espacio por la Convivencia y la Cultura Ciudadana es
un espacio constructivo que representa el sentir de un pueblo huérfano de voz y
espacio por la indiferencia misma, un espacio donde la ironía y el sarcasmo nos
muestra también el otro lado claro y contundente de un pueblo que va ahí,
caminando pasito a pasito sin hacernos duro.

Hoy nuestro
sentir nos impulsa a expresar de manera clara y objetiva que hay un legado
inmenso cimentado en la historia, que el avance debe concebirse teniendo en
cuenta un entorno, unos objetivos, una claridad en lo que se quiere y por
encima de todo un pueblo que poco a poco ayuda a derrumbar lo que con tanto
esfuerzo, unos campesinos sencillos sin tanto estudio solo con la dignidad
construyeron.

Hoy quiero
expresar de la manera más sentida que no podemos permitirnos atropellar un
legado que no tiene valor material, avanzar significa también preservar la
historia. Que sería de La Candelaria en Bogotá si la historia no fuera asumida
como prioridad para la preservación del sector y de ese patrimonio como tal y
lo que representa para la ciudad, sólo ese ejemplo, ni que hablar de Barichara,
Mompóx, Santa Fe de Antioquia, pueblitos de Santander, Villa de Leiva, el mismo
Pasto, Popayán en fin es nuestra historia la que marca el presente, por eso
recordar que hombres y mujeres sencillos y sin estudio nos han entregado y
aportado tantas cosas bellas, es motivo también para reconocer, preservar y
fortalecer un pasado que nos acoge y nos marca como guaicosos. Vivan los
Boulevares, espacios donde la gente inspira, sueña y vive.