Por Ramiro García
Una escena similar a la de la fotografía presenciamos muchos veteranos en nuestra lejana aldea de calles sin asfalto y con una plaza atestada de curiosos.
Una mañana sabatina coloreada por un tímido sol, el profesor Salcedo, un venteño locuaz y dicharachero lograba cautivar en el núcleo del “sinfín” a esa masa sin oficio con el propósito de vender pócimas, pomadas y brebajes de su inspiración homeopática, mediante la truculenta promesa de presentar a “Margarita”, aquella serpiente somnolienta que trasteaba enrollada dentro de una arruinada caja de madera durante sus correrías por diferentes pueblos colombianos.
Recuerdo una de sus frases atrapadoras y lapidarias para cautivar la audiencia:
“…los ignorantes, por favor, se pueden retirar, solo me interesan las personas inteligentes”.
No se movía absolutamente nadie.
Qué célebre culebrero; creo que es una especie extinguida.