Un viaje por el país de los sueños y las sombras

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Por Jaime Flórez Meza

Comunicador Social

Magíster en Estudios Culturales y Visuales.

Alejandro García Gómez (Sandoná, Nariño, 1952) es ya un prolífico y connotado autor: cuatro libros de poesía, uno de cuentos, uno de crónicas, numerosos ensayos y artículos de prensa y la novela El tango del profe (2007). En este segundo año de la pandemia ha publicado su segunda novela: Pichouka et Gabriel en el país des sueños et sombras (Ediciones Mascaluna, Medellín). Poeta de una transparencia, solidez, honestidad y vivificación que recuerdan a Aurelio Arturo –uno de los más grandes de la poesía colombiana–, García Gómez presenta entre sus epígrafes un extracto de Morada al sur, el único libro que aquél publicara, ineludible en las letras colombianas.


Pichouka et Gabriel… narra el vivir y sentir de una pequeña y joven familia colombiana inmigrante en Francia (de ahí el título en un dialecto conocido como frañol, que alterna palabras en francés y castellano), una entre cientos de miles que en las últimas décadas se vieron forzadas a abandonar el país acosadas por problemas económicos, sociales y, en muchos casos, políticos (persecución, amenazas de muerte, desplazamiento forzado) en medio de la violencia política incesante que ha hecho de Colombia uno de los países más inequitativos y peligrosos del mundo. Desde luego, muchos migrantes también lo hicieron por motivos académicos, para adelantar estudios de posgrado y, a partir de esta circunstancia, se establecieron en los países de destino.

La novela se centra en tres personajes: Gabriel, su madre y Pichouka, la felina mascota familiar que se desdobla en la amiguita del niño y, en otros pasajes, en su propia mamá. Un aspecto que ha llamado de manera especial mi atención es la intertextualidad subyacente en este relato. La intertextualidad se puede entender como un conjunto de alusiones, referencias, citas y analogías de otros textos, sean estos de ficción o no ficción, que subyacen en una obra determinada. Edgar-Hunt, Marland y Rawle la definen como “la combinación de un texto con otro tipo de textos: la interrelación entre textos”1.  No es un hecho exclusivamente literario y lingüístico, aunque fue la literatura (oral en sus primeros milenios y fijada por la escritura posteriormente) la que estableció sus estructuras, personajes y relatos, y a menudo ha servido como fuente de otras narraciones e interrelaciones construidas en el cine, la publicidad y los comics, por ejemplo. Sin embargo, es conveniente puntualizar que la intertextualidad desvela “la presencia en un determinado texto de expresiones, temas y características estructurales, estilísticas, etc. procedentes de otros textos, y que han sido incorporados a una obra en forma de citas, alusiones, imitaciones, recreaciones paródicas”2,  entre otros mecanismos.

Algunos de los textos que en mi opinión aparecen interrelacionados en esta novela son El Principito, de Saint-Exupéry y la historieta Calvin y Hobbes, del dibujante estadounidense Bill Watterson, además de determinadas referencias, citas y alusiones a hechos noticiosos de los últimos veinticinco años en Colombia, y de mitos andinos de origen quechua. La novela está dividida en dos partes; en la primera, denominada ESTO ES ALLÁ, se narra lo que es la vida de Gabriel y su familia en un suburbio parisiense, por su referencia a la comuna de Les Lilas, ubicada al este de París: Mairie des Lilas es el nombre de la estación de metro que conduce a dicha localidad. Más adelante la madre de Gabriel no tomará en serio la historia del encuentro de su hijito con una niña llamada Pichouka, como la gata, en un parque cercano a la mencionada estación. En ese sentido la gata cumple un poco la función de Hobbes, el tigre de peluche que para Calvin cobra vida, es su amigo, consejero, observador y alter ego, cuyo nombre está inspirado en el filósofo inglés Thomas Hobbes. Pichouka –o Pichou, como la llama Gabriel– es la “Niña Sabia” que aparece en los sueños del niño, juega con él y es su principal interlocutora, su mejor amiga y su madre a la vez: “Esa noche había soñado nuevamente con ella”, dice el narrador al final del primer capítulo. Y ciertamente lo que hace la niña, o Pichou en la voz de su madre y viceversa, es buscar sus raíces y sus ancestros hasta llegar a ese lejano sur de Colombia que es Nariño (la tierra de Aurelio Arturo y del propio García Gómez), lo que será el objeto de la segunda parte. En el caso de la historieta es Calvin quien confía sus historias, visiones, dudas e inquietudes existenciales a su prudente, sabio, ecuánime y comprensivo amigo.

Calvin y Hobbes. Fotografía: enter.co

En los siguientes diálogos puede apreciarse cómo se da la relación entre los personajes en los dos textos:

“¡Adoro esto! ¡Adoro La Mairie des Lilas! ¡Adoro este parque, y lo que más me gusta es venir aquí contigo!

-También a mí. Me gusta pasear en la bici y recoger las hojas caídas… O las flores, cuando las hay… O ver gusanitos. U hormigas filadas llevando hojas en la boca.

-Me gustan las hojas y las flores que me llevas a la casa… Y las hormigas no tienen boca sino trompa, Gabriel.

-Unas las recojo para má y otras para ti, Pichou –el niño no se refiere para nada sobre la corrección que ella le ha hecho”.

Fotografía: Jaime Flórez Meza

Decía que también hay una interrelación con El Principito en tanto el pequeño Gabriel hace una suerte de viaje onírico en compañía de Pichouka a dos países: el de los sueños y el de las sombras, que finalmente confluyen y se intercalan con el viaje de Gabriel y su amiga en búsqueda de un cofre mágico, y con las asechanzas de los fantasmas a su madre en forma de los recuerdos del país turbulento que dejara (las sombras) y los de una infancia lejana y unos arraigos perdidos que ella evoca en sus sueños, y que necesita recuperar de alguna manera mientras vive su exilio voluntario en París. Ese lugar esencial, interno y externo, metafórico y concreto, de la infancia perdida, Saint-Exupéry lo narra como un periplo por imaginarios planetas que emprende el pequeño personaje de su novela hasta llegar finalmente a la Tierra, interactuando durante su paso con toda una galería de perfiles del mundo adulto y encontrando en un zorro del desierto la sabiduría de la amistad y del conocimiento de las paradojas de lo humano; y en un aviador extraviado, la posibilidad de conciliar ese mundo con el suyo.

El principito y el zorro. Ilustración de Antoine de Saint-Exupéry. Fotografía: Artmajeur

En Pichouka et Gabriel… los dos personajes encuentran a un anciano que para el niño es el mismo Genio de una historia que le han contado sus padres. Como suele ocurrir en muchos relatos infantiles, este personaje guía a los niños en la búsqueda de un tesoro. En el capítulo 7 dice Gabriel:

“Por fin levanto la mano como me ha enseñado pá. Suenan entonces las trompetas que ordenan bajar el puente de nuestro castillo para salir, porque hoy es el lunes que hemos elegido para iniciar nuestro recorrido. Debemos buscar las llaves del cofre, como lo acordamos con el anciano Genio y, ante todo, como yo se lo prometí a ella. Te acompañaré, le dije, y le di mi palabra”. 

Gabriel y Pichou interactúan, pues, con distintos seres a lo largo de su periplo mágico que los lleva, en cierto modo, del clima estacional europeo al frío de los Andes del sur de Colombia:

“-Recuerdas el águila blanca que visitamos en ese país de nieve?

-¿La que nos dijo que era la madre de Lech?

-Sí, y de Rus, y que nos entregó dos de las cuatro llaves del cofre. Pero ella no era la madre. Era la sombra de otras sombras de la madre de ellos. Estoy segura de que ella, o mejor su sombra, le ganó un juego al Tiempo. Se pagó en la moneda prohibida esa tarde sólo para conocer a tu madre y después entregarnos las dos llaves, las que fuimos a buscar a su país. Posteriormente desapareció… -termina ella y Gabriel se queda pensativo un tiempo”. 

(…)

-¿Y qué es ella para mí?

-¿El águila? Pues aseguró que era la madre de otros antepasados tuyos, de los que vivieron antes que tú…De los que desciendes…”

Por otra parte, las referencias a la situación política de Colombia son numerosas, a menudo delirantes y surrealistas (como lo son los actores políticos de esa debacle democrática) y en algunos casos literales, como en este caso en que la madre de Gabriel se entera por un noticiario radiofónico de un escándalo que sacudió al país durante la campaña presidencial de 2014, el cual fue una suerte de Watergate3 criollo:

“Un urgente comunicado del Palacio de Gobierno Nacional hace saber que en la casa militar allanada el día de ayer –trágico para la patria– por sabuesos de la Fiscalía General de la Nación, se han comprobado numerosas presuntas interceptaciones ilegales electrónicas de las comunicaciones particulares y privadas a varios funcionarios, periodistas y hasta al mismo señor Presidente de la República, realizadas presuntamente por miembros activos de las Fuerzas Armadas del país. Extraoficialmente se ha conocido que presuntamente se habría encontrado material probatorio (…). Se presume también que ese material indiciaría, presuntamente, al inmediato anterior Presidente de la República, a integrantes de su partido político y, ante todo, a su candidato a la Presidencia de la República, quien aparecería en fotos y videos. También extraoficialmente, se conoce que el principal sospechoso de ese sitio ilegal ha comenzado a entablar acuerdos con la Fiscalía General de la Nación para declarar y contar todo lo que sabe”.   

En la segunda parte (ESTO ES ACÁ), los dos viajeros arriban finalmente al sur andino colombiano, a las tierras de Nariño. A tres mil metros de altura contemplan las montañas, el verde de todos los colores que celebraba Aurelio Arturo en su poema, a su vez la tierra de los ancestros de la familia de Gabriel. Descubren en esos lares a Acoyanapa y Chuquillanto, una pareja de jóvenes enamorados extraídos de la narrativa quechua, y a Cariolán, que en principio es un personaje del poema épico La Araucana, de Alonso de Ercilla, y era el criado indígena del propio autor que salvaba a la nativa Glaura de ser violada por dos hombres y que finalmente se desposaba con ella. En el relato de García Gómez, Cariolán es un taita o anciano sabio cuyo oficio era aplacar los volcanes del territorio inca por intermedio de sus dioses tutelares, y quien entrega a los dos niños los objetos que habían buscado durante todo el viaje.

Este ciclo vital se completa con tres viajes: el de vacaciones que Gabriel ha realizado con su madre a Colombia y el que él ha vivido en su país de sueños y sombras; y el que ella parece haber soñado durante el trayecto de regreso a Francia. Entrar en el juego intertextual de una novela es, por tanto, uno de los desafíos que toda obra literaria propone al lector. Toda obra literaria es siempre un reciclaje de textos. Y un autor se vale de ello, consciente o inconscientemente, para recrear sus vivencias y visiones de la realidad.

NOTAS

1 Edgar-Hunt, R., Marland, J. & Rawle, S. (2011). El lenguaje cinematográfico. Barcelona: Parramón Ediciones, p. 70.

Oliver Marroig, J. & Capó Juan, M. (Noviembre, 2002). Calvin y Hobbes, un ejemplo de intertextualidad en el comic. Tonos (4), https://www.um.es/tonosdigital/znum4/estudios/cyhinter.htm 

3  El escándalo Watergate fue un caso de espionaje a la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en Washington DC (el edificio Watergate) durante la campaña presidencial estadounidense de 1972, que llevó a la reelección de Richard Nixon y a su renuncia dos años después. 

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Foto: Ligia Insuasty Arcos

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