Por: Alejandro García Gómez
El esfuerzo académico realizado por nuestros compatriotas a nivel internacional es comparable al que, también un compatriota, necesita para lograr una medalla olímpica. Comparación extraña, dirán mis lectores. Pensemos cuánto representa el ínfimo 0,143% del PIB de inversión en Ciencia y Tecnología contra 4,6% en Defensa (2008, fuente DNP) para repartirlo entre los grupos de todo el país, reconocidos por Colciencias. Si además se cuenta con persecución por parte del gobierno nacional a la labor investigativa y se sale adelante, mayor la hazaña. Por eso registramos con honda complacencia, con la mano en el corazón en actitud que ojalá no se haya desvalorizado, el reconocimiento al Doctor Manuel Elkin Patarroyo por la revista Chemical Reviews a pesar de la labor en su contra ejercida por el Minprotección Social del gobierno Uribe, Diego Palacios, a causa de los microscópicos dineros de ayuda en comparación con los que se les adelantaron “a pérdida” a los Nulle no sólo en Bogotá sino en varias obras nacionales, como lo viene aclarando primero la prensa y luego la fiscalía.
El 27.III.11, en un programa dominical mañanero de Caracol, se debatía el esquivo TLC con E U. Entre las manidas explicaciones resaltó para mí una. La conclusión era: hasta que no tengamos un sistema educativo fuerte y una adecuada e independiente inversión en Ciencia Tecnología (y yo agregaría en Cultura, y luego lo explico), siempre vamos a seguir implorando los TLC. Explico la inversión en Cultura: ésta, que aparentemente no sirve para nada, es la que nos va labrando –de maneras insospechadas pero irreversibles- “El Ser Nacional” en el inconsciente de cada uno, y esto es una invaluable inversión mirada sólo desde el punto de vista positivista, para no alargarme.
Las instituciones que promueven y desarrollan la investigación en Colombia son las universidades con un mínimo apoyo de Colciencias, generalmente nada de investigación básica sino aplicada. Veamos ejemplos de algunas universidades representativas. La Universidad Nacional, sede Medellín, engancha a profesionales recién graduados -quienes han trabajado como monitores en algunos de sus proyectos de investigación en su pasado estudiantil reciente- en un proyecto de investigación para una empresa electrificadora. Estos neoprofesionales requieren cursos informales de inducción para el nuevo trabajo que duran algunos meses y son de asistencia diaria obligatoria bajo las órdenes de un subjefe y todos bajo la de su coordinador general. Mientras duran estos cursos no reciben ninguna remuneración económica y se juguetea con la factibilidad o no del ansiado contrato. Nadie falta. Si no asiste, no sale el contrato. Terminados éstos, firman una OPS, con horarios de disponibilidad las 24 horas durante las semanas que permanecen diseminados por las montañas, valles y costas del territorio antioqueño. En el trabajo de Campo, continúan recibiendo instrucciones y órdenes, por internet o celular, y cada mes “salen” a la ciudad a descanso. Entonces deben presentarse diariamente en el centro administrativo del proyecto, localizado dentro de la universidad, para recibir más instrucciones y órdenes. De no hacerlo no se renueva la OPS. Si al “trabajador” le ocurre algún accidente a expensas y con motivo de su actividad laboral de Campo –por montañas, valles o costas es posible la ocurrencia, y ha ocurrido- y por tal motivo no puede desplazarse para continuar desarrollando sus labores, se le “desengancha” inmediatamente se cumpla el mes o dos o tres que dura su OPS. Su salud queda abandonada al amparo de Dios, porque de dónde va a seguir pagando EPS si el tratamiento es prolongado. Este trabajador afectado por accidente de trabajo es reemplazado por otro del “vivero” de jóvenes desempleados y la vida continúa. Próximamente, otros ejemplos, otras universidades.
Nota de Concurso.- Crónica. Cierre 5 mayo. www.grupoculturaleltunel.com. 3.IV.11