
Por J. Mauricio Chaves-Bustos
“Caballero soy armado, que corre el mundo para desfacer agravios y enderezar entuertos, y no podría sin esta mi lanza, en cuya punta está el hierro de la justicia, y sin esta espada que me sirve, y la paz de Dios sea con todos”, les dice don Quijote a unos pastores que se asombraron al verlo forrado en su armadura, pasaje que resume en gran parte su pensamiento, retratado por Cervantes en su más célebre personaje.
Pasaje que, por demás, me permite introducir al ilustre personaje a quien hoy homenajeamos, ya que un día como hoy, hace 94 años, en la “ciudad maestra”, La Cruz, Nariño, nacía nuestro amigo, “Abogado de la Universidad del Cauca, especialista en derecho laboral. Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, Academia Nariñense de Historia, Miembro Honrosísimo y Virtuosísimo de la Santa Cofradía de Nuestro Buen amo y Señor Don Quijote de La Mancha, entre otras. Rebuscador de historias, desfacedor de entuertos y amigo de nobles y buenos ideales”, lo hemos llamado en otro espacio, y vemos con agrado que instituciones como la Librería Nacional se han bien apropiado de nuestras humildes palabras y así lo presentan.
Autor de más de 30 libros y de un millar de artículos de carácter literario o histórico, destacado como uno de los más grandes cervantistas de lengua hispana y uno de los más grandes conocedores de la inmortal obra con la que hemos abierto este espacio. Quijotesco, podría ser el calificativo que más le cabe a nuestro buen amigo y maestro, ya que lo vemos siempre con el espíritu de un joven: investigando y escribiendo, viajando y escribiendo, gozando esta vida y escribiendo -sin que sean éstas excluyentes una de otra, sino eterno complemento, como bien lo hace el célebre homenajeado-.
Lo conozco hace unos 5 lustros más o menos, cuando mi hermano Fabio (QEPD), estudiante entonces de Derecho en la Universidad Nueva Granada me habló de un maestro nariñense que dictaba su clase como todo un sabio, se trataba de Vicente Pérez Silva, pidiéndole a mi hermano que me hiciera el contacto, ya que conocedor de su trayectoria, no podía dejar pasar el conocer personalmente al digno caballero que tuvo el coraje de renunciar a la Academia Colombiana de Historia, cuando un hirsuto presidente le impuso el veto de no dejarlo hablar del historiador pastuso José Rafael Sañudo con ocasión del centenario de su nacimiento. Así mismo, era autor de un enjundioso estudio sobre la igualdad jurídica de la mujer en Colombia, en donde recordaba el papel que desempeñó mi abuelo Guillermo Chaves Chaves para que desde el Congreso de la República se reconociera su derecho al voto, constancia que debía agradecer, ya que en época de memorias selectivas pocos recordaban al insigne ipialeño.
Tengo entonces, para mi bien, – vanitas vanitatum et omnia vanitas -, que desde entonces hemos trabado una amistad profunda. Ambato, Quito, Socorro, Ipiales, Pasto, Popayán, La Unión, han visto nuestro deambular fantaseando en ser Quijotes y Sanchos a la vez, y cómo no recordar cuando después de nuestras intervenciones, alguien del público asistente elogió la madurez y la juventud, ante lo cual el maestro, agradeciendo, dijo: “Si, la madurez de Maurito y mi juventud”, porque si algo ha permitido que el maestro llegue a los 94 años con la lucidez plena, es su jovial estilo de ver la vida.
Siempre hay un motivo de investigación en su cabeza, las ideas le rondan, no para enloquecerlo como lo hicieron los libros de caballería con el bueno de don Alonso Quijano, sino para producir textos cargados de amoroso cuidado, en donde la historia pareciera abrazarse con la ternura, sin dejar por ello de ser serios y profundos, ya que el maestro Vicente es de la vieja escuela donde el rigor es consustancial a su trabajo.
“José Camacho Carreño. Un Leopardo de leyenda” y “Garra y perfil de los Leopardos legendarios”, son sus dos más recientes libros, fruto de su trabajo durante la pandemia y publicados en 2021. Mente inquieta, al fin y al cabo, el día de ayer, vísperas de su cumpleaños 94, lo vemos en La Habana, abrazando al Ministro de Cultura cubano, anunciando que está tras la pista de unos manuscritos que dejó José María Vargas Vila y que guardó Fidel Castro, con mucho celo, durante tantos años. Además de verlo en un corto video brindando por sus años, cantando el son cubano acompañado de un grupo de músicos cubanos que entretienen a los turistas en las viejas calles habaneras. Así es el maestro Vicente, digno de imitarse.
Perdona que te tutee Vicente, en las letras todo cabe y todo se sustenta, lo hago con el respeto que me merece una vida plena y de quien puede entonar con profunda sinceridad el poema de Amado Nervo… “yo te bendigo vida…”, porque también como tu amigo te quiero bendecir, desde esta madurez que he aprendido a llevar con dignidad, así como tu me lo has enseñado constantemente con tu ejemplo, porque se de la tristeza que te embarga desde hace unos meses, cuando tu corazón tierno se partió en pedazos ante la partida de tu inmortal Carmencita , de quien hiciste espejo idealizado de la bella y pura Dulcinea del Toboso, pero también se de tu amor a la vida, de prendarte de esas cosas sencillas que por sencillas engalanan al universo. Feliz cumpleaños Vicente, gracias por tu vida, por tus 94 años, por tu amistad generosa y desprendida, gracias, en verdad gracias.
Mensaje de ida y vuelta:
“Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma”.
Bogotá, en el Bosque Popular, enero 25 de 2023