Del 9 de abril y el deber de no olvidar

Elsy Melo Maya, columnista
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Visión de mujer
Por Elsy Melo Maya
Elsy.ya@hotmail.com

“En el soberado de la casa del pueblo, entre cajas de cartón llenas de retazos de tela, ovillos de lana y gatos recién nacidos, también había libros. Abrirlas era un misterio. No eran cajas de Pandora, porque su contenido no era malo; eran más bien cajas de sorpresas, de las que podía surgir cualquier cosa interesante o enigmática.

En una de esas cajas, repleta de libros, encontré uno que captó mi atención: El 9 de abril en el Palacio. Lo tomé con cuidado, pues sus hojas amenazaban con deshacerse por el polvo y la humedad. Lo leí con la misma curiosidad con la que devoraba todo lo que llegaba a mis manos. Debía estar en sexto o séptimo de bachillerato, así que cuando en las clases de historia mencionaron a Jorge Eliécer Gaitán, yo ya tenía un conocimiento previo e incluso una visión crítica sobre su muerte.

Así, en mi memoria se fue construyendo la imagen recurrente del 9 de abril como una de esas fechas que no deben olvidarse. Con el tiempo, el estudio del Derecho y posteriormente de los Derechos Humanos me permitió comprender la magnitud de ese día, que marcó el inicio de un período de violencia, o más bien, el recrudecimiento de una violencia increíblemente persistente en el país. En el año 2011, cuando se diseñó el andamiaje jurídico que daría inicio al proceso de Paz con las FARC, se promulgó la Ley de Víctimas (Ley 1448) que en su artículo 142 establece:

“El 9 de abril de cada año, se conmemorará el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas y se realizarán, por parte del Estado colombiano, eventos de memoria y reconocimiento de los hechos que han victimizado a los y las colombianas”. El legislativo escogió esta fecha precisamente por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.

El objetivo de este día es concientizar a la ciudadanía sobre los actos violentos del conflicto armado, reflexionar sobre sus causas y consecuencias, hacer un llamado a la solidaridad con las víctimas y promover la no violencia. Para ello, se llevan a cabo diversas actividades, como conversatorios, actos simbólicos, proyección de documentales, siembra de árboles, marchas y velatones, todas ellas destinadas a visibilizar las afectaciones humanas que ha dejado el conflicto.

¿Y por qué es importante no olvidar? Porque la memoria se teje en conjunto. Mi propia memoria, que me remonta a la tranquilidad del pueblo, a la aventura de descubrir cajas y a la posibilidad de contar con libros para leer, se entrelaza con la memoria de quienes han sufrido el conflicto en carne propia: recuerdos de dolor, temor, muerte y sufrimiento. Solo en la juntanza podemos hablar de una memoria histórica y colectiva. No es necesario haber vivido el conflicto en primera persona para entender su impacto. La empatía, la otredad y la humanidad son suficientes para sensibilizarnos, solidarizarnos y, sobre todo, exigir que ¡nunca más! estos hechos se repitan”.(Docente ESAP Mag. Yudy Zambrano Meza).

Abril 7 de 2025


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